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Por Daysi Flores

A todo 28 de junio le llega su 28 de noviembre: ésa fue la frase que se usó popularmente para describir lo que pasó en Honduras el pasado 28 de noviembre, cuando el pueblo hondureño, lleno de una terca esperanza que sólo te puede dar la resistencia, salió una vez más a las urnas y con su voto destituyó el régimen dictatorial que comenzó aquel fatídico 28 de junio del 2009.

Yo recuerdo ese día (el 28 de junio) como si hubiera pasado ayer: el surco de los aviones militares sobrevolando la ciudad, la incredulidad de vivir un golpe en pleno siglo XXI, el primero del siglo  de varios en la región y el mundo, y la indignación ante un hecho que creíamos era imposible. La indignación y la ingenuidad nos hizo salir a la calle y ahí, en la calle, nos fuimos juntando con un río de gente con quienes compartíamos no sólo aquella indignación sino las ganas de no ver a Honduras sumida en dictadura. En las calles de Tegucigalpa, estábamos todos y todas: amas de casa, vendedores ambulantes, empresarias, periodistas, juventudes, pobladores y pobladoras, comunidad LGBTI: todas las expresiones de una ciudadanía indignada. Juntas y juntos nos apostamos frente a una casa presidencial cercada de militares y con tanques de guerra apostados en los predios, esa imagen sería el presagio de muchos años teñidos de sangre. Ahí, desde el primer día, en medio de la movilización estábamos nosotras las que unos minutos después, nos autonombraríamos como Feministas en Resistencia o las FER como nos decían.

Las FER fuimos un grupo de mujeres feministas que se articuló en el calor de la calle, frente a los militares y poderes populares que nos rodeaban, de cara al Golpe de Estado con la certeza de que lo que veíamos era una vulneración a la democracia y que iba más allá de defender al presidente que había sido derrocado, que más bien implicaba defender el pacto social democrático que existía. También advertimos que la instalación de una dictadura traería consigo enormes retrocesos en la vida de las mujeres. Y para muestra, un botón: Lo primero que hizo la asamblea legislativa golpista, fue emitir un decreto de prohibición sobre la venta, distribución y promoción de la pastilla anticonceptiva de emergencia. Así es, desde entonces y hasta ahora, la PAE está prohibida en Honduras. Lo que dejó claro que nosotras las mujeres y nuestros cuerpos y nuestros derechos somos vistas como moneda de intercambio político.

Las FER estuvimos en la calle todos los días desde el 28 de junio, junto al pueblo hondureño, con la esperanza de revertir el golpe de estado en las calles. Y ahí, en la calle con toda la munda, nos convertimos en un lugar seguro para las otras mujeres en la resistencia. Y es que muchas veces, se acercaban a nosotras mujeres de todas las edades para denunciar los casos de acoso que vivían en medio de las movilizaciones por parte de los compañeros de la Resistencia. Nosotras, respondíamos a veces de manera espontánea y hasta irresponsable ante la paradoja de encontrarte en la búsqueda de otro mundo y darte cuenta de que la violencia contra nuestros cuerpos y nuestras existencias sigue siendo un acto tan normalizado aun entre nuestros compañeros. Claro, esas agresiones de las que protegimos, perdían urgencia ante el horror de la represión estatal que vivimos en esos meses. Una represión cruel y llena de saña contra el cuerpo de las mujeres que incluyó la violación como arma de guerra en contra de las mujeres de la resistencia, una violencia que llevaba la carga de la desobediencia y el castigo de estar fuera de la casa.  De todas maneras, estábamos seguras que ninguna agresión era justificable y que había mucho trabajo por hacer cuando de nuestros derechos se trataba.

Recuerdo claramente estar en medio de una represión frente al instituto nacional de las mujeres, donde los soldados arremetieron con todo su odio contra nuestros cuerpos y en medio de la represión, llegó un grupo de compañeros para apoyarnos y darnos refuerzos. En medio de los gases y de los golpes les escuche decir: Ustedes cobardes, cómo se atreven a venir a pegarles a nuestras mujeres, solo nosotros podemos hacer eso

Aunque esos fueron tiempos muy duros, la colectividad nos dio una fuerza inmensurable que nos llevó no solo a acompañar estos casos, sino a organizarnos mejor para juntas, contribuir de las maneras que podíamos a lograr un regreso a la democracia.

Las FER contribuimos a la Resistencia popular no solo con nuestros cuerpos en las calles, sino que propiciamos espacio para la documentación de las múltiples agresiones que vivíamos en las calles. Generando datos rigurosos que pudieron ser utilizados como evidencias ante distintas instancias internacionales.

Aportamos a la organización de las movilizaciones en las que, desde nuestros análisis, construíamos estrategias en beneficio de las mujeres dentro de la resistencia: repartíamos condones e información sobre el uso de las PAE, también distribuíamos información sobre a dónde acudir si sufrías violencia, ya que sabíamos que la policía no sería una opción en lo inmediato. Algunas nos volvimos procuradoras legales para apoyarnos ante la encarcelación y la criminalización que enfrentamos, otras nos dedicamos a la atención de necesidades inmediatas.

Las FER pusimos a disposición de la resistencia todas nuestras articulaciones internacionales, mismas que aportaron a la ruptura del cerco mediático impuesto por la dictadura y todos sus aliados a nivel local, regional y global. Logramos organizar, con el apoyo de Las Petateras (una articulación regional impulsada por varias organizaciones de la región y en la que como JASS y otras organizaciones invertimos mucho esfuerzo en su momento), un Observatorio de la Transgresión Feminista, en los primeros meses de la resistencia. Esta fue una delegación de mujeres y feministas reconocidas con puestos claves a nivel regional e internacional que se reunieron con las compañeras y compañeros, entre ellas  escucharon a Xiomara Castro, y con algunas autoridades nacionales para pedir información y luego hacer un informe que llegó hasta la OEA sobre las violaciones de DDHH a las que nos estábamos enfrentando. Del mismo modo, con el apoyo de JASS, las FER organizamos la primera visita de las mujeres premio Nobel de la Paz al país, quienes se juntaron con nosotras a nivel nacional, nos escucharon y se reunieron con el presidente de aquel momento Porfirio Lobo Sosa, para hacerle preguntas incómodas sobre la situación que vivíamos las mujeres. Con la estrategia de irrumpir nuevamente en los intersticios del cerco mediático nacional tan instalado y tan cruelmente impuesto, ya que la presencia de tres mujeres premio Nobel de la Paz no es algo fácil de ignorar sobre todo si vienen acompañadas de grandes representantes de la prensa internacional. A veces, parece que una estrategia así poco o nada hace, pero en países donde los medios aliados con los poderes visibles de la dictadura te dicen una mentira repetida mil veces,  la convierten en verdad. Es por eso, que disputar esa narrativa y evidenciar la realidad de tantas personas es trascendental para poder incomodar y sembrar el beneficio de la duda. Convencidas de esto es que, por ejemplo, en el 2014, decidimos invitar a Alda Facio a Honduras en su calidad de experta sobre la CEDAW para juntarse con la Plataforma CEDAW quienes buscábamos -y seguimos buscando- la ratificación del protocolo facultativo de este importante instrumento internacional. En esa coyuntura y con la certeza de la integralidad de las luchas y gracias a la alianza con algunas diputadas, a Alda se le consigue un espacio para hablar en el pleno del Congreso Nacional golpista y cooptado ya por la dictadura.  Justo ese día, en horas de la mañana asesinaron a nuestra compañera Margarita Murillo, una defensora y dirigente social, una de las luchadoras sociales con mayor trayectoria en el país, parte del movimiento campesino, promotora de la justicia y equidad en temas de tierra y derechos humanos de la población rural. Recibimos la noticia de camino al Congreso  mientras Alda nos acompañaba en el automóvil; fue así como en la reunión del pleno de un congreso golpista y dictatorial lo primero que hizo Alda al hablar fue pedir un minuto de silencio para Margarita Murillo y honró su legado ante los representantes de las fuerzas más oscuras de nuestro país, y en la televisión nacional.

Con el afán de contribuir a la consolidación de un nuevo pacto, las FER participamos en la coordinación del Frente Nacional de Resistencia Popular. Compañeras valiosísimas llenas de experiencia y jóvenes llenas de ganas de contribuir a la Resistencia se atrevieron a juntarse con los sectores más diversos del país (hombres en su mayoría) para acompañar al pueblo hondureño en la búsqueda del retorno a la democracia. No sólo fuimos parte de la coordinación del frente, sino que logramos que este espacio se declarara un espacio antipatriarcal y apoyamos las declaratorias anticapitalistas y antiracistas. Y aunque fuera una mera declaratoria, para nosotras representó un gran triunfo ante lo que enfrentábamos en las calles porque entendíamos que los lugares más privilegiados de la resistencia aún estaban reservados para los hombres y estábamos dispuestas a cambiarlo.

Mientras la dictadura se iba consolidando y consiguiendo que se levantaran las sanciones impuestas a nivel internacional, el Frente Nacional de Resistencia Popular, una articulación necesaria, se fue dividiendo entre quienes perseguían el retorno a la democracia a través de un brazo político y entre quienes perseguían el retorno desde una asamblea nacional constituyente originaria y popular que permitiera  la refundación del país. Por supuesto, en estas líneas no puedo hacer mucho más que simplificar el relato y todo lo que esta divergencia significó para la Resistencia pero es de ahí de donde nace el partido Libertad y Refundación: LIBRE y su alternativa política – El Espacio Refundacional, dejando al frente nacional de resistencia popular en segundo plano. En medio de semejantes complejidades internas, nosotras no nos escapamos de estas contradicciones y algunas compañeras se sumaron a la iniciativa de LIBRE y otras al espacio refundacional. Pero ninguna, renunciando a la construcción de una Honduras diferente al proyecto de muerte que veíamos consolidarse cada vez más.

Las mujeres y las feministas hondureñas hemos luchado cada día de estos últimos doce años de maneras muy diversas, pero nunca hemos apartado el dedo del renglón. Nos hemos encontrado con las resistencias territoriales y hemos logrado construir algunos acercamientos más profundos con compañeros y compañeras de otras organizaciones y otros movimientos. Desde JASS hemos acompañado y facilitado procesos de formación desde la Educación popular Feminista para fortalecer a las mujeres en estos movimientos y fortalecernos nosotras. Fundamos, junto a nuestras aliadas, una Red Nacional de Defensoras que en sus inicios estaba conformada sólo por y para las feministas pero que luego, ante la atrocidad de la situación, se amplió para todas las compañeras defensoras.

Nosotras las feministas en Honduras continuamos en la lucha incansable por el levantamiento de la prohibición de las PAE y para eso nos juntamos en organizaciones como Somos Muchas y GEA PAE porque Honduras registra la segunda tasa más alta en la región de embarazo en adolescentes en la región y se reportan más de 200 violaciones por año. Pero también, abrazamos el surgimiento de movimientos y organizaciones como los indignados ante la corrupción. Mostramos solidaridad con las luchas territoriales diversas, nos sumamos a las luchas estudiantiles y nos refundamos en espacios como las Femiñangaras quienes reivindicamos los derechos de las mujeres en Tegucigalpa nuevamente, en medio de las protestas contra los fraudes electorales especialmente el del 2017. Nos articulamos en La Plataforma 25 de Noviembre para salir a las calles cada 25 de Enero y 25 de noviembre a pesar de saber que la represión era lo único que podíamos esperar del régimen. Para hacer nuestras propias agendas y para permitirnos soñar juntas una Honduras distinta.

Nosotras las feministas en Honduras, abrazamos a las compañeras de Luchemos y a La Revuelta Feminista quienes valientemente se declaran como jóvenes feministas organizadas en el Partido Libertad y Refundación (LIBRE) y a todas las expresiones como La Revuelta Feminista de LIBRRE que han construido de manera colectiva una participación sorora al interior del partido que nos ha dado el gobierno de  la primera presidenta en la historia de Honduras lleno de diversidad y resistencia.

En conclusión, las feministas hondureñas en nuestras amplias diversidades hemos logrado contribuciones significativas a la apuesta por la democracia incluso mientras transitábamos por estos doce horribles años de dictadura que han saqueado y despojado los recursos públicos y la vida en todos sentidos. Aún no la tenemos fácil, ya que la reconstrucción requiere de todo un país y las secuelas de la dictadura aún habitan nuestra sociedad. Tanto es así, que aunque la prohibición de la PAE fue de los primeros decretos en ser aprobado, no ha sido el primero en ser deshabilitado aunque depende plenamente de una prohibición ejecutiva. En palabras del ministro de salud: tiene otras prioridades. Honrando la tradición golpista de negación de los derechos de las mujeres y continuando con el reciclaje del patriarcado aún en el marco de gobiernos progresistas.

A pesar de esto, este 28 de junio se conmemora de manera distinta en todo el territorio gracias a la terquedad y la esperanza de un pueblo que decidió salir a las calles y no rendirse aunque le costara trece años volver a intentar reescribirse. Esta victoria es de todas y todos pero desde ningún punto de vista ha sido gratuito, este logro es producto de todos los años de resistencia del pueblo hondureño, una resistencia vestida de mujeres y feministas como Margarita, como Berta y como tantas que no podremos nombrar pero que han estado en el centro de la construcción del camino a la democracia.

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