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Conociendo de Cerca el trabajo de JASS Mesoamérica

  • JASS

El verano pasado tuvimos la fortuna de contar con el voluntariado de Ellie Alter, estudiante del Centro de Humanidades Experimentales en la Universidad de Nueva York y becada por Gallatin Global Human Rights, quien viajo a México para conocer de cerca el trabajo de JASS Mesoamérica y ahora nos relata su experiencia.

Hola a todos y todas, gracias por quedarse. Mi nombre es Ellie Alter, y soy candidata a la maestría del Centro para Humanidades Experimentales.

Este verano viajé a la Ciudad de México para fungir como interna de programa en Asociadas por lo Justo JASS Mesoamérica, y antes de empezar este viaje trabajé localmente aquí en Nueva York para una organización que brinda asistencia legal y psicológica a solicitantes de asilo. Y al llegar a conocer a un número de mujeres defensoras de derechos humanos que buscaban asilo en EUA, siendo testigo de sus luchas por reasentar sus vidas, y aprendiendo sobre los impresionantes movimientos sociales en los que habían participado en sus hogares, me pregunté: ¿Qué se puede hacer para empoderar el trabajo de las mujeres defensoras de derechos humanos, y protegerlas de los riesgos que enfrentan? No estoy segura si contesté esta pregunta, pero esta pregunta me llevó a JASS, una red global dirigida por mujeres activistas, educadoras populares y académicas que trabaja para garantizar que las mujeres lideresas estén empoderadas, bien equipadas y seguras mientras se organizan en torno a problemáticas críticas de derechos humanos que afectan a sus comunidades.

Mientras que muchos activistas en Mesoamérica enfrentan persecución, independientemente de su género, como nos recuerda la represión política actual en Nicaragua, las mujeres defensoras de derechos humanos enfrentan formas particulares de violencia de manera desproporcionada, lo que genera menor seguridad económica y social para las mujeres. Y para muchas mujeres mexicanas, la violación a su derecho a disentir no comienza con la violencia ejercida por el Estado una vez que entran a la esfera pública de la incidencia. Se manifiesta en espacios íntimos, en los roles de género en sus familias, y con las represalias infligidas dentro de sus comunidades.

Mi tiempo en JASS me brindó muchos insumos para mi pregunta central, pero como es de esperarse, esta experiencia también me proporcionó aprendizajes y preguntas inesperadas. Mi amplio rango de responsabilidades este verano arrojó luces sobre la contextualización local del marco internacional de derechos humanos y sus instituciones globales, el rol de las mujeres defensoras de derechos humanos en la promoción del progreso dentro de estas instituciones, y su rendición de cuentas, y el profundo poder de la construcción y fortalecimiento de redes.

A lo largo del verano fui testigo del impacto de la construcción y fortalecimiento de redes en múltiples niveles. Primero, en respuesta a la violenta represión política contra estudiantes activistas y manifestantes en Nicaragua. Vi la forma en que JASS organizó un fondo de emergencia para apoyar el costo de servicios legales, médicos y psicológicos para aquellas personas afectadas. Habiendo personalmente intentado impulsar una campaña de crowdfunding en el pasado, me sorprendió la rapidez con la que JASS logró conseguir y superar su meta, permitiéndole movilizar fondos rápidamente para aquellas personas defendiendo derechos humanos en el terreno. Aquí yace el poder profundo de la construcción de redes.

Después, fui testigo de la forma en que la red de JASS podía ser invocada para unirse a diálogos organizados, en los que se producen y difunden conocimientos colectivos. De forma regular, la asesora regional de JASS Meso, Alda Facio, facilita estos diálogos en torno a un rango de temas, y el resultado de la sistematización es utilizado para producir documentos públicos. Diálogos pasados han incluido “¿Qué es y cómo nos deshacemos del lenguaje sexista?” y “¿Por qué lo personal es político?” Una de mis responsabilidades en JASS fue revisar estas sistematizaciones y obtener el permiso de cada participante para compartir sus aportes. En algunos momentos sus historias eran bastante personales, pero ni una sola persona que contacté se rehusó a que publicáramos sus contribuciones. Las mujeres que participaron en estos diálogos vienen de un rango diverso de antecedentes profesionales y culturales, y cuando se les junta en una conversación, producen “aprendizajes”, una palabra parecida a “learnings”, para la cual no tenemos una traducción exacta en inglés. Aquí, de nuevo, vemos el poder profundo de la construcción de redes.

Por último, llegué a darme cuenta de cómo y por qué JASS en sí misma es esencialmente una red. En sus operaciones diarias, la organización se conforma de individuos alrededor del mundo que movilizan sus múltiples perspectivas, retos y técnicas de incidencia para abordar sus objetivos comunes. Ya sea a través de las frecuentes llamadas tri-continentales, o el encuentro entre 5,000 activistas feministas en Oaxaca. La construcción de redes de JASS se manifiesta en una suerte de apoyo colectivo que no solo empodera a las mujeres activistas para que continúen haciendo su trabajo, sino también para que se cuiden a sí mismas y entre ellas en el proceso. Este es el poder profundo de la construcción y fortalecimiento de redes.

Uno de los primeros proyectos en los que trabajé en JASS, una campaña multimedia que celebraba el 25 aniversario de la Declaración de Viena, es un ejemplo útil de las formas en que la diversidad de identidades y experiencias convergentes informan el enfoque de JASS en torno a los derechos humanos de las mujeres. La Declaración de Viena es un documento que desafió el paradigma tradicional del tema universal de los derechos humanos para incorporar las necesidades específicas de las mujeres. Afirmando que los derechos de las mujeres son derechos humanos, las feministas en la conferencia dieron voz a las experiencias cotidianas de las mujeres, y promovieron una transformación de los derechos humanos para incluir un análisis de género. Me emocionó aprender que estos logros que sentaron precedentes fueron posibles gracias a la movilización de mujeres activistas de base alrededor del mundo, incluyendo a la misma Alda Facio de JASS, quien participó en la organización de la petición de 1991, la cual juntó millones de firmas, llamando a que la declaración abordara de manera exhaustiva los derechos de las mujeres en cada nivel de sus procedimientos. Como resultado de su arduo trabajo e incidencia estratégica, la Declaración de Viena incorporó y re-energizó las agendas feministas dentro del ámbito de los derechos humanos, conllevando a la promulgación de medidas concretas como la creación de una relatoría especial sobre la violencia contra las mujeres, y en última instancia, la adopción de la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer en 1994.

Para muchas feministas, incluyendo algunas de mis colegas en JASS, la declaración simboliza un punto de inflexión. Las instituciones de derechos humanos y sus doctrinas comenzaron, de maneras consecuentes, a especificar derechos de acuerdo a las experiencias únicas de las mujeres. Algunas personas en la organización consideran que la declaración tuvo un gran impacto, y abogaron por un lema para nuestra campaña: “Veinticinco años de ser humanas”, sugiriendo que las mujeres han sido expresamente reconocidas como seres humanos en la ley internacional desde la conferencia. Para mí, este proyecto fue estimulante no solo porque me dio insumos de la forma en que, cuando empoderadas, las mujeres defensoras de derechos humanos pueden aprovechar su experiencia local para dirigir el cambio a escala global, pero también porque me conectó con una pregunta central que hice durante el seminario de la beca: ¿La especificación de los derechos humanos en base al género es ventajosa? En otras palabras ¿La especificación de los derechos humanos de las mujeres cosifica las identidades heteronormativas, de este modo cercando a las mujeres a una zona de subordinación, como pregunta Wendy Brown? ¿O dicha especificación es crucial para contrarrestar el dominante androcentrismo de los derechos humanos? Me sentí algo conflictuada cuando se me asignó este proyecto. Por un lado entendía el impacto de la declaración y las razones para celebrarla, pero por otro lado me preocupaban los efectos secundarios no intencionados de la especificación de los derechos de las mujeres y la definición de las experiencias de las mujeres. Me pregunté ¿De qué manera la declaración reforzó los límites de la identidad de género que las feministas buscaban desmantelar, y qué pasa con aquellas personas que no se identifican con el binario de género? ¿Eran excluidas o con una plataforma más amplia? Todas estas son preguntas que espero explorar en el futuro. Y, por supuesto, nadie en JASS estaba sugiriendo que el trabajo de infundir el análisis de género en el campo de los derechos humanos había terminado en Viena. Continuar con esa misión es precisamente lo que JASS busca hacer. Probablemente porque la organización está en la primera línea de este trabajo es que fue tan fascinante ver cuáles de estos momentos históricos celebran como hitos.

Por sobre todas las cosas, el proceso de JASS de deliberar en torno a estas preguntas fue refrescante e inspirador. En todo momento, el equipo mostró un compromiso con el dialogo de que todas las involucradas en el proyecto tuvieran la oportunidad de plantear sus aprensiones y preguntas individuales e intelectuales. Creo que a cierto nivel, esperaba ingenuamente que dichas feministas expertas estarían sumergidas en dogmas, pero de hecho el éxito de JASS de construir solidaridad, que se extiende a lo largo de tres continentes, parece en parte ser gracias a su énfasis en el diálogo, y en la problematización de estos dilemas feministas, más que en afirmar una sola conclusión. Esto no solamente brinda una pluralidad inclusiva de perspectivas, sino que también plantea un enfoque diferente para mi pregunta inicial sobre la especificación de los derechos de las mujeres. Como con tanta frecuencia llegamos a entender durante nuestro seminario, cada enfoque debe ser entendido en su contexto, y ningún enfoque está a salvo de ser cuestionado. Dicho de otra manera, como se plantea en una publicación de JASS, se pueden obtener aprendizajes de la actitud de cuestionar que promueve el feminismo en primer lugar. Cuando las feministas cuestionan algo, no lo estamos negando. No todas tenemos la misma información o conocimiento sobre el feminismo, pero todas hemos aprendido a cuestionar todo.

Entonces mientras obtuve lecciones y experiencia invaluable que informará mi trabajo futuro de derechos humanos, estoy muy agradecida con el Gallatin Global Human Rights Fellowship y Asociadas por lo Justo por darme la oportunidad de continuar esta fructífera línea de cuestionamiento feminista sin fin. 

¡Gracias! 

 


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