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Honduras es una tierra rica en recursos naturales, estratégicamente situada como paso para el comercio internacional y migración, y con una población joven para la mano de obra, pero el pueblo hondureño nunca ha podido disfrutar de la riqueza de su propia tierra. La intervención extranjera y una élite nacional corrupta han explotado a la tierra y a la gente, debilitando así las instituciones democráticas. Hoy el 74% de la población vive en la pobreza y en el campo muchas personas viven en la pobreza extrema. El 86% de las mujeres no son ni siquiera dueñas de la tierra que trabajan.

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