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Diálogo 5 – Elecciones: ¿Qué significan para los movimientos?

Las elecciones son controversiales entre activistas. ¿Son las elecciones un camino para el poder popular? ¿Una forma de movilizar a las bases y avanzar en nuestras agendas? ¿Las elecciones cooptan nuestros temas? ¿Desvían nuestra energía? ¿Son un mal necesario o una parte esencial de nuestras estrategias?

Al centro de la incómoda relación entre los movimientos y las elecciones se encuentra la pregunta: ¿son las elecciones una forma en que podemos disputar el poder y la voz? Rara vez tenemos la oportunidad de discutirlo a través de las fronteras, así que para el diálogo #5 estamos reuniendo a ocho mujeres de diferentes países para compartir sus puntos de vista y perspectivas.

¿Por qué elegimos este tema para el diálogo #5?

Las elecciones son un tema controvertido. En muchos países, las elecciones han sido exitosas y, a la vez, no se han traducido en un cambio real para las personas. En algunos contextos, las elecciones traen consigo un aumento de la reacción y la represión. Aún así, las elecciones son extremadamente relevantes para nuestras vidas. Si bien no podemos confiar que ellas por sí solas logren un cambio real, ellas pueden representar un momento crítico para que las comunidades se organicen en torno a prioridades compartidas y para que los movimientos presenten programas de cambio y movilicen a simpatizantes y defensoras.

Nuestro mundo está en crisis y este rápidamente cambiante contexto exige una organización fuerte, fundamentada, unificada y estratégicamente inteligente. Necesitamos un análisis más agudo sobre a qué nos enfrentamos, dónde están las aperturas y cómo podemos ser más eficaces y seguras al organizarnos para un futuro mejor. El hecho de reunirnos nos permite aprender unas de otras, de modo que podamos ver y aprovechar mejor las oportunidades, y fortalecer nuestro trabajo conjunto para un futuro justo.

La Relación Incómoda entre mujeres, movimientos y elecciones

La pregunta ha surgido vez tras vez entre los movimientos sociales: ¿qué hacer con las elecciones?

Es un tema especialmente espinoso para las mujeres activistas y los movimientos feministas. A pesar de que, en todo el mundo, un número cada vez mayor de mujeres se postulan y son elegidas para cargos públicos, las elecciones funcionan según reglas, estructuras y prácticas patriarcales que suelen ir en contra de las aspiraciones emancipatorias de las mujeres. Históricamente, los movimientos han visto a las elecciones de distintas maneras: como una vía al poder para el cambio social, o, a la inversa, como una desviación de energía política y un riesgo de cooptación. Algunos se han centrado en promover sus candidatas y candidatos, a veces seleccionadas desde las filas del mismo movimiento, mientras que otros se han acercado a las elecciones como momentos para movilizar estratégicamente a las comunidades en torno a temas y demandas.

En vísperas de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, JASS y nuestras organizaciones regionales asociadas organizamos un diálogo virtual para abordar directamente estos debates desde la perspectiva de los movimientos feministas y de mujeres. Reunimos un panel extraordinario de ocho mujeres de Zimbabue, Honduras, Myanmar, Guatemala, Sudáfrica, Estados Unidos e Indonesia para intercambiar pensamientos y experiencias en torno al uso de elecciones para la construcción de movimientos o, por el contrario, sobre la decisión de no participar.

Todas las participantes estuvieron de acuerdo en que depende del contexto si las elecciones sirvan para avanzar los objetivos de nuestro movimiento, incluida la justicia de género, los derechos indígenas, la justicia racial y económica, la protección del medio ambiente y la tierra, el fin de la corrupción y la eliminación de la violencia y la impunidad. Las elecciones locales, estatales y nacionales pueden ofrecer una oportunidad para fortalecer nuestras organizaciones y nuestras demandas, pero el proceso – y los resultados, ganen o pierdan – también pueden dividir y debilitar a los movimientos. ¿Cómo determinamos las condiciones que justifican invertir nuestras esperanzas, recursos y energía en las elecciones? ¿Cuándo y cómo pueden las elecciones ser una herramienta para que nuestros movimientos contesten eficazmente el poder?

De la riqueza de la experiencia, la diversidad de contextos y las diferentes perspectivas, surgieron algunas pautas críticas:

No es  “el todo, ni el fin en sí mismo”: Reconociendo las limitaciones de los procesos electorales como estrategia

Everjoice Win, profesora zimbabuense de derechos de la mujer, directora de programas de ActionAid y asesora de JASS desde hace mucho tiempo, comenzó colocando las elecciones en la dimensión política más amplia.

“Las elecciones son una parte importante–pequeña, y eso lo enfatizo–del proceso democrático. Son solo un momento, un momento en el que nosotras como mujeres, como feministas, podemos elegir a los líderes que queramos, podemos elegir el sistema de gobierno que queramos, podemos poner nuestros temas en la agenda”. Afirmó que el problema surge cuando las elecciones pasan a ser vistas “como el todo, y el fin en si mismo de la democracia”.

Su opinión fue compartida por muchas de las mujeres en el panel y en la audiencia virtual.

Zukiswa White, una organizadora feminista panafricana de Sudáfrica, enfatizó que la participación electoral nunca puede abarcar completamente las visiones de cambio del movimiento, especialmente para los grupos marginados, incluidos los pueblos indígenas y nativos, la gente pobre y la clase trabajadora, las mujeres lesbianas y trans, y otros.

“Nuestras visiones para nosotras y nuestras comunidades son mucho más grandes y urgentes de lo que los grandes hombres del parlamento pueden ofrecernos. Incluso cuando nos involucramos y nos organizamos, tenemos que ser completamente honestos acerca de hasta dónde nos pueden llevar el valor y los beneficios de las elecciones”, afirmó.

Agregó que estas visiones más amplias están ligadas a temas concretos como la justicia territorial que enfrenta a los movimientos contra los poderes fácticos que controlan el sistema. “Solo un pueblo en su poder puede tomar decisiones y cuando vives bajo dominio, estás comprometido en una lucha para negociar ese poder. Entonces, las elecciones se convierten en un lugar de negociaciones “.

Entender adecuadamente las elecciones como un camino para construir movimientos también significa reconocer que el proceso electoral no es solo el ganar o perder que ocurre el día de la votación. Varias mujeres señalaron que hay un antes, un durante y un después, que ofrecen distintas oportunidades de organización y riesgos. El antes puede incluir meses o incluso años antes, a medida que se seleccionan y preparan las candidatas de base, las comunidades definen demandas y visiones, y los grupos discuten la responsabilidad cívica y su relación con el estado. Esta fase enfatiza la educación popular y política, a menudo sólo vagamente relacionada con el proceso electoral en sí. En Zimbabue, por ejemplo, diversos grupos de mujeres desarrollaron un manifiesto para las candidatas llamado “Lo que quieren las mujeres” que se convirtió en una plataforma de organización antes y después de las elecciones para llamar la atención sobre sus demandas compartidas.

“Para mí, lo que realmente importa más es lo que sucede antes de las elecciones y lo que es más importante, lo que queremos ver y esperamos ver como mujeres después de las elecciones … Ahí es cuando deberíamos presionar mucho más para decir: ‘Esto es lo que prometieron, estos son los temas que pusimos en la agenda, y esto es lo que ahora nos gustaría ver ”, señaló Win.

Mi Kun Chan Non, cofundadora de la Red de Mujeres Mon de Myanmar, afirmó que las elecciones son importantes para la participación en la definición de leyes y políticas, pero deben verse en un marco de tiempo más amplio, que va desde preparar a las mujeres del movimiento para el gobierno y “presionar gobiernos y partes interesadas para incluir a más mujeres ”, a la elaboración de un plan de acción para el arduo trabajo de formulación de políticas.

Las ponentes de diversas partes del mundo advirtieron que el corrupto sistema patriarcal ve la participación activa de las mujeres en la esfera política como una incursión feminista en su territorio. Se opondrá a nuestra plena participación en cada paso del camino, incluso después de que las mujeres ganen cargos. Sandra Morán, lesbiana-feminista guatemalteca, líder del movimiento y ex representante del Congreso, afirmó que “el sistema va a tratar de hacer que tu fracases” para frustrar el ejemplo de una oposición exitosa. Gabriela Lemus de Mi Familia Vota, una organización dedicada a construir el poder político de la comunidad latina en los Estados Unidos, agregó que los partidos, incluso los propios, a menudo también resisten cambiar. ““Siempre hay una tensión entre el movimiento feminista o el movimiento progresista, y el partido, que es siempre más neoliberal”.

La mayoría de los panelistas informaron que sus países tienen cuotas para mujeres candidatas, pero Chan Non dijo que Myanmar no está ni cerca de alcanzar la cuota del 30% y advirtió que las cuotas no son una garantía de que el partido refleje las perspectivas de las mujeres. Sus organizaciones trabajan para lograr que las mujeres voten, y promover a las mujeres candidatas con la esperanza de incorporar las demandas y necesidades de las mujeres en el gobierno, especialmente ahora, en un punto crítico del proceso de paz y reconstrucción en el país.

Los factores culturales también restringen la participación de las mujeres, incluso cuando se logra más apertura política. Niken Lestari, coordinadora de FAMM–Foro de Jóvenes Activistas de Mujeres de Indonesia, con miembros en treinta provincias–señaló que en Indonesia las campañas para involucrar más plenamente a las mujeres en la votación y la ocupación de cargos sufrieron reveses cuando las mujeres regresaron de los talleres a casa y enfrentaron presiones para votar según los dictados del clan o la familia, para vender su voto o para no acudir a las urnas.

Otra limitación común es que cuando las candidatas de los movimientos de mujeres ganan, a menudo—por amenazas o por incentivos—se olvidan de sus compromisos con los movimientos que las promovieron para el puesto. Estas capitulaciones al sistema una vez en el poder formal resaltan lo que Gilda Rivera, directora del Centro por los Derechos de la Mujer en Honduras, llama la necesidad de mantener una “ética feminista” al participar en procesos electorales y de gobierno.

Los posibles beneficios de las elecciones son vulnerables a todos estos factores: resistencias, cooptación, falsas expectativas, fraude y simplemente perder. Pero quizás la mayor limitación, y la contradicción recurrente en la discusión sobre si participar o no, es la desigualdad estructural y la injusticia del propio proceso electoral.

“Seguimos teniendo fe en un sistema tan amañado desde el principio, que no está diseñado para incorporar las voces, los derechos y los intereses de las mujeres en términos de redistribución de recursos y poder, en términos de participación pública en el proceso democrático y en términos de los resultados que esperamos ver a diario en nuestras vidas ”, dijo Win. El desafío es cómo reconocer plenamente las desigualdades estructurales y seguir avanzando en las áreas donde sea posible.

Jessica Byrd, del Proyecto de Justicia Electoral y del Movimiento por las Vidas Negras, ha hecho de las elecciones el centro de su actividad política, pero se hace ilusiones sobre hasta qué punto los movimientos pueden utilizar las elecciones para cambiar las relaciones de poder en Estados Unidos.

“Nuestras elecciones están amañadas, sabemos que no hemos alcanzado la democracia. Todavía estamos muy dentro de una Era de Reconstrucción, donde la ciudadanía de la gente Afro-Americana está en duda”, dijo.

Byrd relató su experiencia directa con las elecciones robadas a la candidata a gobernadora afroamericana, Stacey Abrams, y hizo referencia a la victoria de Hillary Clinton en el voto popular y la inversión del resultado en el Colegio Electoral para argumentar que Estados Unidos, a menudo considerado como el modelo de democracia representativa, sufre profundas injusticias en sus instituciones democráticas.

En ese contexto, una motivación principal para su decisión de participar en las elecciones de 2020 es la defensa propia: el riesgo que representa la posible reelección de Donald Trump y compañía. “Nuestra pregunta más importante es: si el nacionalismo blanco está ganando terreno en nuestros partidos políticos, ¿cuál es nuestro papel?” preguntó retóricamente.

“Nuestro papel es decir la verdad. Nuestro papel es sostener dos verdades, una política de múltiples verdades: las elecciones son solo una táctica, y tenemos una oposición clara dentro de los EE. UU. que está trabajando para crear un poder político nacionalista blanco autoritario que está presionando contra los movimientos sociales, como el Movimiento por las Vidas Negras, como el movimiento de mujeres, como los movimientos queer en los Estados Unidos, y tenemos un papel y una responsabilidad en proteger a nuestra gente de esa amenaza ”.

Las limitaciones pueden ser un desafío o una razón contundente para no participar. Lo que se puede lograr en un contexto dado depende del grado de control autoritario sobre las elecciones, la fuerza y el enfoque de la organización del movimiento y la existencia de oportunidades que podamos utilizar para promover los objetivos de nuestro movimiento.

El contexto y las condiciones importan: tenemos que determinar qué es posible

Rápidamente se formó un consenso de que para participar con éxito en el proceso electoral se requiere evaluar las posibilidades reales de ganar terreno, en lugar de fijarnos en las promesas de la democracia o el atractivo del poder formal.

Rivera, líder de movimientos populares y feministas hondureños por más de 40 años, dijo que evaluar el contexto significa mirar de cerca “donde nos ubicamos en el momento en el país para ver si hay espacios democráticos que podemos identificar como mujeres, si hay oportunidades para disputar, si hay ciertas fisuras donde podemos como movimiento lograr colocar agendas en estos espacios.”

Morán señaló la necesidad de evaluaciones reales del poder. “Esta es la discusión: ¿vamos a cambiar la correlación de fuerzas si o no?  Y realmente se puede hacer o no se puede hacer… a veces no podemos entrar con suficiente poder.”

Rivera concluyó que Honduras, país que sufrió un golpe de Estado en 2009 sin restablecimiento del orden constitucional, y la reelección fraudulenta de un presidente cada vez más corrupto y autoritario en 2017, no presenta actualmente condiciones positivas para que los movimientos de mujeres participen en las elecciones.

““Hablando del contexto de Honduras, veo muy difícil que podamos como movimiento de mujeres mov. feministas incidir con una agenda feminista en los próximos años ante las nuevas políticas y los nuevos marcos legales… mientras vivamos en estas democracias debilitadísimas, pero fuerte para garantizar los intereses de grupos económicos para garantizar el modelo de saqueo, de explotación de todos nuestros bienes comunes, sería difícil colocar compañeras y compañeros sensibles.”

Las panelistas identificaron otra condición crucial para el trabajo electoral: la capacidad de construir y movilizar amplias alianzas para participar como un frente unido. Las alianzas electorales, que no sacrifican principios, hacen más viable la participación de los movimientos y crean coaliciones de gobierno de base si obtienen el poder. Las alianzas a menudo surgen de nuestras propias interseccionalidades.

Chan Non señaló que, como mujer Mon, la lucha por la representación real es doble. “Soy una mujer de etnia en Myanmar, así que cuando hablamos del movimiento, tenemos que hablar de dos movimientos”, dijo, y ambos luchan por una representación justa en el gobierno. Mencionó que la pandemia ha presentado dificultades adicionales mientras Myanmar se prepara para sus elecciones de noviembre de 2020. “Trabajamos para que salga a votar más gente y más mujeres, pero a causa de la pandemia la situación ha cambiado. Entonces, la gente está preocupada, pero seguimos presionando por el voto de las mujeres y de representantes étnicos en el parlamento para la construcción de Myanmar ”.

La probabilidad de éxito, el grado de apertura democrática real, el poder de las fuerzas en su contra y el poder y la capacidad de los movimientos son condiciones críticas para la participación, según estas dirigentes de movimientos de mujeres. Otros son la oportunidad de hacer educación popular y movilización de base en torno a las elecciones, y la capacidad de construir alianzas sólidas y amplias con ideas afines para promover agendas políticas.

Si estas condiciones no existen o no se pueden crear, varias panelistas advirtieron que la participación electoral puede llevar a la división, la represión y la pérdida de fuerza y recursos para nuestros movimientos.

Identifique dónde y cómo se puede tener el mayor impacto, ahora y en el futuro

Aunque la atención tiende a centrarse en las elecciones nacionales, muchas organizaciones de mujeres optan por concentrarse en las elecciones estatales, provinciales o locales. Esta también es una decisión basada en el contexto particular. En Indonesia, Lestari señaló que la mayoría de las feministas se concentran en el nivel local, donde las mujeres organizadas en comunidades pueden tener más influencia e impacto en las decisiones que afectan su vida diaria.

“Nosotras, como activistas, podemos elegir nuestro nivel de incidencia, basándonos en nuestras capacidades, porque no todo el activismo es a nivel nacional. Las elecciones a nivel de aldea y distrito son igualmente importantes y esenciales para nuestro movimiento político de base”, dijo. “Para nosotras, las elecciones de las aldeas son el área más importante para cambiar la narrativa sobre el poder y el liderazgo feminista, por lo que es importante para los movimientos de base”.

El trabajo de FAMM se centra en la educación política y la organización con mujeres jóvenes para desafiar los conceptos limitados sobre el papel y el poder de la mujer en la familia y la sociedad. Apoyar a integrantes de la comunidad para que se conviertan en candidatas electas es una herramienta de empoderamiento para la persona y para la organización, señaló Lestari, y agregó que las elecciones a nivel de la aldea ofrecen una puerta para participar en la configuración de políticas y presupuestos locales.

Por otro lado, en ocasiones el imperativo de participar en los procesos electorales surge del daño que un resultado negativo podría causar a nuestras comunidades y movimientos. Esta elección estadounidense cambió el cálculo para muchas activistas en EEUU. Las organizaciones de Byrd y Lemus se enfocan en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2020 debido al impacto devastador que tendría otra presidencia de Trump para las mujeres y las comunidades negras, latinas y LGBTQ.

Al final, el objetivo es sopesar opciones y escenarios para elegir la esfera y el camino óptimos para la participación, en función de cómo ayuda a construir el movimiento y en qué medida lo permite avanzar hacia sus metas y visiones colectivas.

Finalmente, y lo más importante, los movimientos importan

formulación simplista “elecciones, ¿sí o no?”, que suele ignorar los matices más sutiles de una estrategia de movimiento que considera las elecciones como una táctica, y no como el objetivo final.

Morán, quien fue electa al Congreso de Guatemala después de postularse para un cargo a instancias del movimiento de mujeres, afirmó que la democracia representativa debe importar a los movimientos de mujeres porque es donde se hacen las leyes y las políticas.

“Tenemos que mantener la disputa por el poder desde todos los espacios. Desde el movimiento es necesario disputar el poder y necesitamos hacerlo de diversas formas, desde diversos frentes y con diversas acciones,”, dijo.

“[Las elecciones para cargos públicos] son parte de una estrategia mayor, cuando es así, sí construimos poder popular, sí ponemos sobre la mesa, si ponemos sobre la mesa las demandas y propuestas que tenemos, y vamos generando movimiento alrededor de candidaturas que nos permiten construir ese poder. Las personas que están participando como candidatas tienen la oportunidad de amplificar las demandas y las voces de los movimientos”.

Chan Non enfatizó la necesidad de mantener el vínculo entre los funcionarios electos y la base. “Creo que la elección es importante para comprobar y demostrar que nuestro movimiento puede salir adelante, y creo que después de eso, esas mujeres representantes pueden realmente representar los derechos de las mujeres y las personas de la base”.

Desde su experiencia en la organización social en varios países africanos, White dijo que lo fundamental es aferrarse a los objetivos y visiones fundamentales, y evitar ceder la autonomía del movimiento a los procesos electorales.

“El nuestro debe consistir en construir resiliencia comunitaria … para que nuestra gente pueda depender menos de los mecanismos respaldados por el mismo estado que forma parte de esta estructura de poder imperialista y globalista que nos mantiene en este estado constante de ‘frustración de negociación’ y limita nuestra visión de un futuro compartido, colectivo y liberado. El nuestro es alejarnos de la idea de que solo los cambios cosméticos, que es lo que ofrecen las elecciones, son posibles, sino más bien construir resiliencia colectiva y comunitaria y capacidad para la revolución ”.

Añadió: “La democracia significa poder compartido y colectivo para la gente. Por lo tanto, nuestra relación con las elecciones debe incluir el compromiso de hacer que este poder compartido y colectivo sea real y significativo ”.

Las panelistas estuvieron de acuerdo en el mensaje principal: apegarse a los objetivos, visiones y principios más amplios de los movimientos es la única forma en que la participación electoral tiene sentido. Como líder en el movimiento social más grande en la historia de Estados Unidos, el Movimiento por Vidas Negras (M4BL), Byrd declaró: “El movimiento por las vidas negras está haciendo todo lo posible para decir quiénes somos y qué se requiere para nuestro gobierno aquí. Nuestra participación en las elecciones no es una concesión al respecto. Somos abolicionistas, creemos que la población negra, todas las personas, no deberían estar enjauladas. Creemos que el capitalismo es una de las mayores barreras para nuestra plena participación cívica, y que el feminismo queer negro es una política que nos invita a la expansión de nuestras vidas. La votación no concede nada de eso, pero lo que hace, es que nos permite avanzar hacia la plenitud de esa verdad ”.

Ella concluyó: “La estrella del norte de MBL es la gobernanza; es co-gobernanza con los movimientos, donde el movimiento está marcando los términos del debate, no los políticos ”.

El panel de discusión, titulado “Elecciones: ¿Qué significan para nuestros movimientos?” fue el quinto de la serie de JASS “Mujeres transformando un mundo en crisis”. La discusión completa de 1.5 horas está disponible aquí: https://www.facebook.com/jass.meso/videos/884939952036619

Leiden musician

La música cubana-mexicana Leiden abrió la conversación con un saludo y una canción sobre cómo las mujeres se organizan para enfrentar la violencia, para reafirmar las raíces en los movimientos feministas y el papel de la música en la lucha.

Panelistas

Everjoice Win, Zimbabue

EJ (como se la conoce popularmente) ha participado activamente en movimientos feministas y de justicia social, tanto en su país como en el continente africano y en todo el mundo. Empezó su carrera en el ámbito de desarrollo, mientras participaba en el Grupo de Acción de la Mujer, desde el cual elaboró y puso en práctica programas de educación popular y desarrollo comunitario, además de campañas de incidencia relacionadas con políticas nacionales. EJ es una de las fundadoras de la Asamblea Constitucional Nacional de Zimbabue y trabajó para varias organizaciones, entre ellas, la Pan-African Women in Law and Development in Africa (wildaf). Desde ahí, trabajó colectivamente con otras feministas, transformando y dando forma al marco de derechos humanos de la mujer en más de 24 países africanos. Esta actividad incluyó la aprobación de nuevas leyes y políticas sobre la violencia doméstica, la herencia, así como la modificación de las normas relacionadas con los valores sociales. Everjoice formó parte del primer Instituto de Liderazgo Feminista conformado en el Centro para el Liderazgo Mundial de la Mujer de la Universidad de Rutgers, que conceptualizó los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género. Entre 2002 y 2011, EJ se desempeñó como jefa mundial de derechos de la mujer de ActionAid International y como directora asociada de Oxfam-Canadá en Zimbabue. Desde 2014 ha fungido como directora de Programas y Participación Mundial de ActionAid International. Desde este cargo dirige y supervisa los programas, la incidencia y las campañas de la organización. Everjoice se graduó en la Universidad de Zimbabue. En mayo de 2020 fue nombrada profesora de Práctica-Derechos de la Mujer por la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (soas) de la Universidad de Londres. Además, se desempeña como asesora de organizaciones y movimientos feministas, entre ellos, el Foro Feminista Africano y Asociadas por lo Justo. Es cofundadora y miembro de las juntas y la dirigencia de varias organizaciones de la sociedad civil y por los derechos de la mujer en diferentes partes del mundo. Como escritora, bloguera y persona influyente activa en las redes sociales, EJ contribuye a varias publicaciones impresas y en línea.

Zukiswa White, Sudáfrica

Zukiswa White es una pensadora y organizadora panafricanista y feminista. Colaboró con varios movimientos, así como en intervenciones comunitarias, con el propósito de abordar la desigualdad en la educación, el género y la sexualidad, y la justicia en materia de territorios y razas. Para sobrevivir en este mundo capitalista, trabaja como consultora independiente en las áreas de justicia social y es estratega de comunicaciones. Actualmente, participa en actividades de organización como miembro del Congreso Panafricano, el Colectivo de Mujeres Azanianas y Shayisfuba. Se comprometió a impulsar actividades organizativas a fin de que se priorice el fortalecimiento de la resiliencia comunitaria y la autodeterminación de las comunidades africanas, cuya transformación y redefinición dependen menos de las intervenciones del Estado y más de nuestro poder colectivo como mujeres para hacerlo por nosotras mismas.

Sandra Morán, Guatemala

Sandra Morán, lesbian, revolutionary, feminist, militant and defender of women’s rights, sexual diversity, Indigenous Peoples, and youth. Artist, political scientist, and popular educator. She has founded and has belonged to several grassroots women’s organizations; and she co-founded the Alianza Política Mujeres (Women’s Political Alliance) in 1994, which contributed to visibilizing women’s proposals in the Peace Accords. After the signing of the Peace Accords in 1996, she has been part of the Women’s Forum Organizing Committee, a nation-wide body organized to ensure the fulfillment of the 28 commitments made to women in the Peace Accords. She was a member of the World March of Women’s International Committee between 2011-2015. From 2016 to January 2020, she was a Representative to the Congress of the Republic of Guatemala, being the first lesbian elected for that post in the history of Guatemala. Currently, she is coordinating the construction of an International Feminist Organizing School, a proposal driven by a coalition of which GGJ is part. This is a political education proposal for propelling the Feminist Economy as an alternative model in which we place the sustainability of life at the center of our actions and struggles. In Guatemala, she has been organizing the Movement of Women with Constitutional Power to propose the elements for a New Constitution from the perspective of women, Indigenous Peoples, and sexual diversity.

Gilda Rivera, Honduras

Gilda María Rivera Sierra es hondureña, feminista y tiene 64 años. Siendo muy joven se organizó en movimientos estudiantiles universitarios convencida de la necesidad de que la universidad estuviera comprometida con los intereses de aquellos sectores en situación de mayor vulnerabilidad del país. Gilda fue desaparecida política en 1982. A finales de ese año se fue a vivir a México, regresando a Honduras recién en 1989. En México nació su interés por los movimientos de mujeres y los feminismos. Volvió a Honduras decidida a trabajar con mujeres y a inicios de la década de los noventa formó parte del grupo fundador del Centro de Derechos de Mujeres (cdm). Gilda ha sido parte de la conformación de otras articulaciones del movimiento social y popular, tanto en Honduras como en Mesoamérica. Actualmente, es coordinadora ejecutiva del cdm.

Mi Kun Chan Non, Myanmar

Mi Kun Chan Non es una de las fundadoras de la Red de Mujeres Mon. Dirige el Programa de Empoderamiento de la Mujer y Desarrollo Comunitario de la Organización de Mujeres de Mon (mwo) y es presidenta de la mwo. Durante más de 15 años trabajó como activista y defensora de la justicia de género, encabezando iniciativas sobre el liderazgo de las mujeres, la participación política y la seguridad inclusiva. En la actualidad está muy comprometida con el trabajo de incidencia en torno a la participación de las mujeres en el proceso de paz. Sus conocimientos especializados son solicitados por embajadas y organizaciones internacionales. Asimismo, aporta sus conocimientos como miembro de un panel, participando como oradora en diferentes conferencias y seminarios en las que aborda temas relativos a la mujer y el desarrollo. Participa activamente como voluntaria en diferentes organizaciones de base comunitaria y de la sociedad civil en el estado de Mon. Mi Kun Chan Non posee una maestría en Estudios de Desarrollo del Centro de Estudios de Desarrollo de Kimmage en Irlanda. En 2012 participó como una de los pocos observadores presentes en las conversaciones de paz entre el gobierno birmano y el Nuevo Partido del Estado de Mon. Actualmente, se desempeña como miembro del Comité Directivo de agipp (Alianza para la Inclusión de Género en el Proceso de Paz) en nombre de la Red de Mujeres de Mon (mwn). En 2014 fue galardonada con el “Premio de la Paz N” en la categoría de Historia No Contada.

Niken Lestari, Indonesia

Niken Lestari desarrolló su capacidad de liderazgo y de organizadora comunitaria durante más de 14 años. Tiene una fuerte pasión por el liderazgo feminista, el software de código abierto y la alfabetización comunitaria como parte del movimiento de justicia social. Proviene de una formación multidisciplinar en bibliotecología, estudios de la mujer y servicio de asesoramiento rural. Actualmente trabaja como coordinadora ejecutiva del famm Indonesia (Foro de Jóvenes Activistas Indonesias). Tiene previsto crear una biblioteca que recoja y produzca libros de poesía en los idiomas indonesio e inglés como parte de la biblioterapia destinada a la atención de la salud mental. Como Aries de 41 años, le encantan la playa y las arenas.

Jessica Byrd, USA

Jessica Byrd es una feminista queer negra. En 2015 fundó Three Point Strategies con el fin de proporcionar un “hogar” o espacio centrado en la justicia racial transformacional en lugar de transaccional, cuyo fin es analizar la estrategia electoral en Estados Unidos. Es una estratega política de renombre nacional, conocida por su enfoque irredento centrado en las personas y orientado a estrategias de campaña. Además, trabaja sin cesar para fortalecer las capacidades del Ecosistema Político Negro Independiente. Participó en distintas campañas realizadas en 43 estados; capacitó a cientos de activistas y líderes electos, y es una de las arquitectas del Proyecto de Justicia Electoral del Movimiento por las Vidas Negras. Hizo historia cuando se desempeñaba como estratega principal en apoyo a las mujeres negras candidatas al Senado de los Estados Unidos, a congresistas y alcaldes de las principales ciudades metropolitanas, y como jefa de gabinete de Stacey Abrams, candidata a la gubernatura de Georgia. Recientemente, Jessica encabezó la planificación y ejecución de la Convención Nacional Negra para el Movimiento por las Vidas Negras y está plenamente comprometida con el uso de las elecciones como táctica para construir poder y políticas públicas en aras de defender e invertir en las vidas de los negros.

Gabriela Lemus, USA

Gabriela Lemus es socia fundadora y directora general de Revolution Strategy, una consultoría de gestión y estrategia en comunicaciones. Antes de vincularse a Revolution Strategy US, fue presidenta del Congreso Progresista y asesora de los copresidentes del Caucus [agrupación] Progresista del Congreso, los diputados Raúl Grijalva y Keith Ellison. Nombrada por la administración de Obama, se desempeñó como asesora principal y directora de participación pública de la Secretaria de Trabajo Hilda L. Solís, siendo nominada por el alcalde Vince Gray para fungir como fideicomisaria de la Universidad del Distrito de Columbia – una hbcu. La doctora Lemus es una apasionada defensora de la justicia social, económica, ambiental y de género; su carrera abarca más de 15 años desempeñando puestos de liderazgo estratégico de alto nivel en el Congreso y en asuntos gubernamentales, gestión de organizaciones sin fines de lucro, incidencia de políticas públicas y compromiso comunitario/cívico. Creó y gestionó organizaciones sin ánimo de lucro y posee amplia experiencia en la conformación de coaliciones multirraciales y campañas de incidencia, destinadas a promover políticas públicas y la participación cívica. Ha innovado en la promoción de la participación de los votantes y la participación cívica de la comunidad latina. Gabriela tiene un doctorado de la Universidad de Miami, en la que estudió economía política internacional y teoría política; su disertación aborda la guerra contra las drogas y la frontera entre Estados Unidos y México y sus implicaciones para las relaciones bilaterales. Es miembro de numerosas juntas directivas. Preside el Fondo Educativo Mi Familia Vota (mfvef), es copresidenta del Center for Common Ground, forma parte de las juntas directivas de American Family Voices (afv) y Netroots Nation, en la que funge como presidenta del Comité de Desarrollo y el Instituto Nacional de Salud Reproductiva, encabezando el Comité de Auditoría. Fue certificada como instructora de liderazgo en realidad climática.

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