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Por Patricia Ardón

106 días continuos – desde los primeros días de octubre del 2023 hasta el 15 de enero de 2024- buena parte del pueblo de Guatemala estuvo en las calles y en las comunidades reclamando su derecho a resistir la imposición de un régimen clasista, racista y corrupto que se ha mantenido ejerciendo el poder visible e invisible durante muchos años y llamando a respetar la voluntad popular en las elecciones de 2023.  

Guatemala tiene una historia marcada por la invasión colonial española y un Estado heredado del colonialismo en donde se sucedieron dictaduras militares y regímenes autoritarios. Se firmó la paz en 1996 después de 36 años de conflicto armado interno, reconociendo la existencia de los 4 pueblos que la habitan- Maya, Xinca, Garífuna y Mestizo– y en ese marco es importante notar que al menos la mitad de la población del país es de origen maya. De acuerdo a la Comisión de Esclarecimiento Histórico impulsada por las Naciones Unidas y el Informe de la Recuperación de la Memoria Histórica-REHMI, conocido también como “Guatemala:  Nunca Más” de la Iglesia Católica (que costó la vida al entonces Arzobispo Juan Gerardi Conedera, asesinado tres días después de presentar el informe), la guerra dejó una secuela de más de 200,000 personas asesinadas, más de 90,000 desaparecidas, más de 300 aldeas completamente arrasadas, múltiples crímenes de violencia sexual y asesinatos de niños y niñas entre otros, secuelas que aún están vivas y presentes en la población.

Las elecciones del 2023, teñidas por múltiples y permanentes intentos por preservar en el poder al llamado “Pacto de Corruptos” (en donde se coluden élites económicas, personas de instituciones del Estado y personas asociadas al crimen organizado) resultaron en el triunfo inesperado del partido Semilla, conformado en su mayor parte por académicos y activistas de corte progresista. 

Pero en medio de contradicciones los actores vinculados a la corrupción aglutinados en el llamado “Pacto de Corruptos” no aceptaron los resultados electorales y continuaron haciendo todos los intentos – mayormente manipulando por la vía “legal” y protagonizando su oposición a los resultados a través del Ministerio Público y la Corte de Constitucionalidad. Utilizando un aparato de justicia cooptado por la corrupción, lanzaron una serie de ataques directos  contra el partido Semilla y ataques continuos contra el nuevo gobierno elegido, contra el Tribunal Supremo Electoral y contra toda forma de oposición. Hasta la fecha persisten estos ataques.    

Frente los repetidos intentos del “Pacto de Corruptos” para impedir que el binomio presidencial que ganó las elecciones democráticamente en agosto de 2023 pudiera asumir el poder el 14 de enero de 2024, autoridades indígenas de Sololá y los 48 cantones de Totonicapán hicieron un llamado al pueblo de Guatemala a finales de septiembre del 2023 a levantarse y manifestarse en las calles y frente al Ministerio Público. Paulatinamente se unieron autoridades indígenas de otros territorios de todo el país bajo la consigna de la defensa de la democracia, una democracia que paradójicamente ha traído pocos o ningún beneficio para las mayorías indígenas, rurales y urbanas empobrecidas históricamente.

El 14 de enero, la fecha programada para la toma de posesión del binomio presidencial, la ceremonia se retrasó varias horas–al punto que varios dignatarios asistentes al acto formal (incluidos el rey de España y el presidente de Chile) tuvieron que abandonar el recinto antes de que el presidente electo Bernardo Arévalo y la vicepresidenta Karen Herrera pudieran asumir el cargo.  Los intentos de congresistas integrantes del “Pacto de Corruptos” por impedirlo hasta el día de las elecciones, sin importarles la vergüenza que sus actuaciones generaron ante la población y la comunidad internacional, provocaron que la toma de posesión se concretara hasta altas horas de la noche. Sólo fueron frenados cuando otro grupo de congresistas irrumpió en la sala en donde estaban reunidos intentando evitar el proceso de toma de posesión del nuevo binomio presidencial con argumentos a todas luces ilegales. 

Finalmente, el acto formal se realizó, y posteriormente el nuevo presidente y vicepresidenta se dirigieron a reunirse con la resistencia y autoridades indígenas frente al Ministerio Público para agradecer y reconocer abiertamente su apoyo a la democracia.  

Posteriormente, el presidente y la vicepresidenta se trasladaron a la Plaza Central alrededor de las 3 de la madrugada del día 15, en donde una multitud se había congregado desde temprana hora de la tarde para celebrar el triunfo de las elecciones de un nuevo gobierno progresista. Sin embargo, desde meses antes y en el período transcurrido desde la elección, la demanda más visible de esta resistencia organizada fue la renuncia de la Fiscal General María Consuelo Porras y de fiscales coludidos con la represión y el ataque a toda forma de oposición al gobierno anterior.

Al día de hoy el nuevo gobierno electo democráticamente, que finalmente logró asumir la presidencia del país gracias en gran medida a la movilización popular y el apoyo contundente de buena parte de la comunidad internacional, continúa enfrentando un asedio permanente disfrazado de legalidad por parte de un aparato de justicia que se niega a respetar la voluntad popular.  La Fiscal General María Consuelo Porras continúa en su puesto con el apoyo de élites económicas y sectores conservadores del país y sigue en una embestida cotidiana y permanente contra el nuevo gobierno y contra todos los sectores que pugnan por terminar con la corrupción y luchan por la igualdad de derechos.

La fuerza de la Resistencia

Independientemente de los devenires de todo este proceso político complejo y aún no resuelto, la Resistencia de los pueblos y su dinámica marcó un hito político, social y cultural en la historia reciente del país. Arrojó lecciones y aprendizajes sobre la movilización popular y la cultura política que han sido retomados por analistas, movimientos sociales y organizaciones de muy diverso tipo, y que merecen ser aprehendidas y reflexionadas de cara a nuestras propias prácticas políticas.    

¿Qué fue lo que hizo que estas movilizaciones fueran tan poderosas como para definir el curso de los acontecimientos en esta coyuntura y cambiar la historia de Guatemala?  Durante muchos años y con un breve paréntesis en 2015, cuando la población se concentró masivamente para exigir la renuncia del entonces presidente Otto Pérez Molina (posteriormente encarcelado por casos de corrupción), distintos sectores de la población guatemalteca, notoriamente las mujeres y sus organizaciones y organizaciones indígenas en su mayoría Mayas, se pronunciaban permanentemente sobre las desigualdades y sobre la corrupción en el país, pero con temor por la represión. En muchos casos protestaban de manera más bien tímida o puntual y limitada a los sectores más organizados de la sociedad civil, en un contexto racista internalizado tanto desde el Estado como en amplios sectores sociales.  Nunca en la historia reciente vimos y vivimos una movilización que si bien tuvo su epicentro importante en la resistencia que permaneció frente al Ministerio Público en la ciudad de Guatemala, se expresó con fuerza y de manera organizada en todo el país.

Las autoridades indígenas, tanto aquellas que conforman organizadamente alcaldías indígenas como aquellas legitimadas por las comunidades desde una historia de servicio a la comunidad y de prácticas ancestrales, dijeron “basta ya” y convocaron al pueblo. Marcharon hasta la ciudad capital para plantarse frente al Ministerio Público y exigir la renuncia de la Fiscal General y el respeto a la democracia simbolizada en la coyuntura por el respeto al voto ciudadano.

Los y las ciudadanas (como no es de extrañar, en su mayoría hombres, pero también mujeres con mucha fuerza en sus pronunciamientos y en su liderazgo en todos los rincones del país) posicionaron desde el inicio hasta el final algunos postulados que dieron su impronta profunda a todo el proceso de resistencia, y marcaron una diferencia en la ética política de la movilización social:

  1. Luchamos por la democracia, no por un partido político.
  2. Hacemos un llamado a la solidaridad de todas las personas de todos los pueblos; la resistencia descansa en esa solidaridad y no en el financiamiento externo (como señalan los sectores cercanos al “Pacto de Corruptos”).
  3. Todo aporte es bienvenido y valorado–pequeño o grande.
  4. Nuestra resistencia es pacífica y no violenta–respetamos los espacios públicos. 
  5. No hay tarea menor o mayor–todo suma, toda tarea abona.
  6. Somos diversos y diversas y tenemos diferencias por nuestra historia particular en cada lugar, en cada territorio.  Aceptamos y reconocemos esas diferencias y lo que nos unifica como pueblos en esta coyuntura histórica.
  7. La autoridad y liderazgo proviene de la representación y se nutre de las demandas y orientación de nuestras comunidades y pueblos.  Por eso la consulta permanente es central en esta lucha.
  8. El compromiso es el motor de esta resistencia.
  9. Respetamos las distintas espiritualidades y prácticas de todas las personas y grupos que buscan justicia.
  10. Estamos en disposición siempre al diálogo respetuoso y abierto con todas las personas y todos los sectores.
  11. Reconocemos el valor y los aportes de los 4 pueblos que habitan este país.

Al llamado a concentrarse en la resistencia frente al Ministerio Público y en los distintos departamentos de Guatemala, se fueron uniendo paulatinamente autoridades de distintos territorios, personas y grupos de barrios de la ciudad históricamente marginados, organizaciones sociales, grupos de iglesias de distintas denominaciones, organizaciones de mujeres y feministas, organizaciones de la diversidad, organizaciones campesinas, instituciones y personas académicas, grupos estudiantiles de la universidad nacional y universidades privadas, organizaciones campesinas, grupos de jóvenes, artistas de distintas disciplinas, personas individuales, trabajadoras de la salud,  de organizaciones sociales diversas, niños y niñas que hacían presencia con familias enteras en momentos de mucho flujo de personas o cuando su trabajo y actividades lo posibilitaban.  Y muchas familias y personas individuales que durante todo el período de octubre a enero llevaron alimentos, ropa, colchas para que quienes estuvieron toda la noche pudieran defenderse del frío, que en algunas noches fue muy duro.  

Estrujaba el corazón ver a muchas personas, agrupaciones y de diversas comunidades que se trasladaban a la ciudad capital, en muchos casos masivamente, con sus propios recursos y a quienes les tocó dormir en el suelo o con colchones que se fueron donando poco a poco, pero siempre insuficientes.  La cocina, las cocinas en distintos territorios, se convirtieron en epicentro para nutrir la resistencia para todas las personas que llegaban desde lejos a apoyar en las ciudades; las tortillas, los tamales (en las fiestas de Navidad y en otros momentos), los frijoles, panes y café no faltaron y gente que no estaba presente de manera permanente en la resistencia llegaba también para contribuir con algo a la misma.  Se sucedieron también manifestaciones de muchos sectores; particularmente impactante fue la manifestación de miles de personas de los mercados manifestándose en solidaridad, pero además cerrando los mercados por varios días en protesta, un hecho totalmente inédito en el país.

Después de un tiempo y ante la falta de respuesta y las continuas amenazas por impedir que el proceso electoral no respetara el voto mayoritario, las autoridades indígenas de los 48 Cantones y Sololá y liderazgos de los 4 pueblos del país (Maya, Garífuna, Xinca y Mestizo) llamaron a instalar puntos en todo el país para limitar el paso vehicular a inicios del mes de octubre, llamando a la población a unirse a la voz de reclamo por la democracia.  

En muchos puntos se congregaron personas y organizaciones que día y noche sostuvieron los “bloqueos”. Aunque hubo incidentes aislados de represión y violencia física por parte de policías antimotines y grupos de personas vinculadas a élites económicas y crimen organizado, la respuesta de la población fue sorpresivamente masiva en solidaridad con las resistencias, haciendo acopio de mucha paciencia y esfuerzo para esperar poder transitar en las carreteras, esperas que en algunos casos se limitaban a 15 minutos y que en algunos momentos se traducían en horas o incluso días.  Desde las cocinas e individualmente en distintos puntos del país se compartió comida con pilotos de buses y camiones. Hasta las fuerzas policiales que fueron desplegadas a todos los puntos se abstuvieron de ejercer violencia física contra la gente aglutinada en esos puntos y estuvieron presentes recibiendo también alimentos. Esto le costaría la destitución y prisión al entonces ministro de Gobernación, Napoleón Barrientos, quien se negó a cumplir la orden de reprimir a la población.  

Las expresiones artísticas (música, pintura, baile, poesía entre otras) no faltaron en muchos de los puntos de distintos lugares del país y en la ciudad capital.  Jóvenes de barrios y comunidades, muchas de ellas mujeres, tomaban la palabra para compartir con las fuerzas policiales y la población presente el significado de sus derechos ciudadanos, sobre los tratados y leyes que amparan los derechos humanos, sobre la precariedad de la vida para la mayoría de la población, incluyendo a servidores públicos y policía, etc.  Después de cierto tiempo y comprensiblemente, estos “bloqueos” provocaron desgaste en la población que necesitaba movilizarse y movilizar sus productos, aunque se establecieron en algunos puntos mecanismos para asegurar que las personas enfermas o con necesidades urgentes y pequeños comerciantes de alimentos y ambulancias pudieran circular sin dificultad. Después de aproximadamente dos semanas se llamó a detener los plantones y continuar las concentraciones en los distintos puntos de resistencia del país.  

Pero la experiencia de los bloqueos tuvo un impacto importante en la élite económica y política. No sólo evidenció la fuerza de la movilización popular, sino también el impacto económico que estas acciones podían tener en la acumulación de su riqueza.  Y se abrieron al diálogo formal facilitado por la OEA y otros organismos, que en definitiva permeó ciertos espacios de poder para abrirse formalmente al diálogo – incluyendo al entonces presidente Alejandro Giamattei– pero que en última instancia no modificó las posiciones de los sectores económicamente más poderosos del país y, mucho menos como sigue siendo evidente, del llamado “Pacto de Corruptos” que ilustra el organismo judicial, la Corte de Constitucionalidad y en particular el Ministerio Público.  Sin embargo, la presión ininterrumpida y el intenso cabildeo y relación directa con la comunidad internacional por parte de muy diversos actores sociales (incluyendo de algunos sectores empresariales) y en particular las autoridades ancestrales, hizo posible que el binomio presidencial tomara posesión en la madrugada del día 15 de enero como se describió anteriormente.

Toda esta gesta de resistencia no estuvo, por supuesto, exenta de tensiones y contradicciones. Las diferencias respecto al alcance de las transformaciones que el país requiere, pugnas de liderazgos, las contradicciones inherentes culturales en el ámbito urbano y rural, los comportamientos patriarcales, no desaparecieron por arte de magia.  Pero en un país con una historia tan internalizada de racismo y discriminación, los pueblos originarios se erigieron con toda su dignidad y sabiduría como un ejemplo de liderazgo que asienta su autoridad en el mandato que les dan sus comunidades.  En medio de todas esas diferencias se logró rescatar la solidaridad, el acuerpamiento, la visibilización de las opresiones y el racismo, la capacidad de las mujeres para alzar sus voces, en la solidaridad y el cuidado y la esperanza de los seres humanos en la vida en dignidad.  Parafraseando un poema de Otoniel Martínez, LA TERNURA GANÓ OTRA BATALLA.

Reproducimos una versión corta de un texto creado por una colectiva de artistas que se difundió en varios puntos de la resistencia y que en palabras de una de sus miembros “es de propiedad colectiva.”  En varios lugares y momentos el texto era leído y coreado por las personas y grupos presentes en la resistencia.

Estamos aquí

Por los que nacerán cuando nosotros ya no estemos. ¡Estamos aquí!

Por los que ya no están… ¡Estamos aquí!

Por nuestros primeros padres… ¡Estamos aquí!

Por todos nuestros nietos… ¡Estamos aquí!

Por la intervención del 54… ¡Estamos aquí!

Por el despojo de las tierras colectivas… ¡Estamos aquí!

Por cada víctima del genocidio… ¡Estamos aquí!

Por cada desaparecido… ¡Estamos aquí!

Por la sangre de Gerardi… ¡Estamos aquí!

Por ( nombres de poetas y escritores guatemaltecos)

Por cada joven que mataron… ¡Estamos aquí!

Por los sindicalistas que lanzaron al mar… ¡Estamos aquí!

Por los maestros que desaparecieron… ¡Estamos aquí

Por los escritores que nunca callaron… ¡Estamos aquí!

Por los artistas que nos enseñaron a luchar… ¡Estamos aquí!

Por (nombres de ex presidentes democráticos, defensores y defensoras de derechos humanos, defensores y defensoras asesinadxs)

Por todos los pobres de este país tan rico… ¡Estamos aquí!

Por aquellos que mataron con su robo… ¡Estamos aquí!

Por los pacientes renales del IGSS (Seguro Social)… ¡Estamos aquí!

Por la contaminación criminal en el río La Pasión

Por todos los excluidos… ¡Estamos aquí!

Por las decenas de personas que mueren cotidianamente… ¡Estamos aquí!

Por cada niño que muere de hambre. ¡Estamos aquí!

Por las mujeres violentadas… ¡Estamos aquí!

Por cada uno de los migrantes…. ¡Estamos aquí!

Por la masacre de Alaska… ¡Estamos aquí!

Para mantener viva la memoria… ¡Estamos aquí!

Porque no queremos sentir más miedo… ¡Estamos aquí!

Porque tenemos esperanza… ¡Estamos aquí!

Porque estamos naciendo…. ¡Estamos aquí!

Porque queremos merecer nuestros volcanes.

POR TODAS LAS MUJERES DEL MUNDO- ¡ESTAMOS AQUÍ!

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