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Les dejamos las bases de nuestro conversatorio. No olvides inscribirte Aquí!

 

¿A qué tipo de democracia aspiramos?

Contexto donde se desarrolla el conversatorio

Conocer sobre la participación política de las mujeres en Honduras en los dos últimos siglos o más precisamente a partir de 1821, cuando se alcanza la independencia de España, no es tarea fácil, especialmente porque en nuestro país hay, en general, pocos estudios rigurosos dirigidos a rescatar la participación de las mujeres en eventos o hechos que de alguna forma han contribuido a construir esta nación. Gilda Rivera

La historiadora hondureña, Anarella Velez expresa que “El estudio del papel de las mujeres en las diferentes etapas del proceso de independencia de la región mesoamericana (1810-1842) es reciente. Se sabe que, en La Nueva España, en la región mesoamericana, solo el 20% de la población sabía leer, el porcentaje de las mujeres era menor, pues la formación de ellas en materia de cultura, en general, no sobrepasaban la educación elemental. La transmisión de la información en el caso de las mujeres era de viva voz, de ahí que la participación de ellas esté tan relacionada con las actividades de sus propias familias: padres, hermanos, esposos, hijos.”

En lo expresado por Anarella, especialmente por la exclusión de la mayoría de las mujeres de la educación formal, encontremos algunas de las razones del porqué las mujeres hondureñas no aparecen como protagonistas de hechos históricos tanto en el siglo XIX como en los subsiguientes. Pero, además, recordemos que la historia oficial no suele recoger la participación de las mujeres; generalmente éstas son invisibilizadas, desaparecidas o disminuidas en sus aportes en algún cambio social.

Rina Villars en su libro “Para la casa más que para el mundo: sufragismo y feminismo en Honduras”, expresa que, aunque el estatus social de las mujeres no cambia mucho del que tuvo en la época colonial, coincide con Gertrude M. Yeager que de alguna forma con la independencia se da una especie de apertura simbólica que les permitió participar en los debates sobre sus derechos y sus nuevos roles en los estados recientemente creados[1].

Y, sí, en la historia del siglo XX e inicios del XXI podemos encontrar momentos que son muy significativos en la participación política de las mujeres, y que, de alguna forma, han contribuido a ir rompiendo la concepción de una política partidista exclusiva para el colectivo masculino. Citaremos algunos, aunque en la historia contemporánea hay infinidad de eventos en los cuales las mujeres han jugado papeles protagónicos rompiendo con los estereotipos femeninos de mujeres sumisas, dedicadas exclusivamente a las labores domésticas, etc.

  • Un primer momento, lo encontramos en la lucha por el derecho al voto. Luego de varios años de lucha porque se le reconociera el derecho al sufragio a las mujeres, con muchos argumentos a favor y muchos en contra, aun de muchas mujeres, que consideraban que el hecho de que las mujeres se involucraran en política pública tradicional podría significar entrar a un espacio “sucio” y esto podría pervertirlas y dañar su pureza, el 25 de enero de 1954, en un congreso nacional, con mucha presencia femenina en los palcos y pasillos, se aprueba por unanimidad el Decreto No. 30 que otorgaba a las mujeres derechos políticos, decreto que tendría que ser ratificado en la siguiente legislatura en 1955 luego de las elecciones generales de noviembre de 1954. Las contradicciones entre los políticos de los diferentes partidos causan el rompimiento del orden constitucional en diciembre del 54. El 24 de enero de 1955, Julio Lozano Díaz, jefe Supremo del Estado, emitió el decreto –ley No. 29, otorgando a las mujeres sus derechos civiles. Las mujeres hondureñas pudieron ejercer el sufragio por primera vez hasta el año 1957.
  •  Un segundo momento, es en el año 2000, cuando se aprueba la Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer, como resultado de una lucha impulsada por mujeres congresistas y activistas feministas y del movimiento de mujeres, que incluso llevó a que se tomaran el Congreso Nacional. Esta ley establece cuotas progresivas para garantizar la participación política de las mujeres, iniciando con un 30% como candidatas a cargos de elección popular (en el marco de la democracia participativa)[2]. Los partidos políticos se han visto obligados a cumplir con esta disposición legal, pero, tal como suelen hacerlo, con trampas y triquiñuelas, por ejemplo, ubicando a las aspirantes mujeres en posiciones con poca o ninguna posibilidad de salir electas. A partir de la aprobación de esta ley, el número de diputadas se ha modificado aumentando su presencia en estos cargos, pero siempre en situaciones de riesgo y observando retrocesos: 2.4% de mujeres en el Congreso Nacional en 1981; 7.0% en 1994; 25.8% en el año 2014 y una disminución importante en el año 2017, a un 21.21% de los puestos parlamentarios (27 diputadas de un total de 128 parlamentarios).  Respecto a las alcaldías, la situación es similar: de 298 alcaldías, solo 23 están dirigidas por mujeres.
  •  Un tercer momento, lo encontramos en la participación masiva de las mujeres contra el golpe de Estado de junio del 2009 que saca del ejecutivo al entonces presidente Manuel Zelaya. Mujeres organizadas, feministas y mujeres al nivel personal salieron a las calles con la claridad, entre algunas de ellas, de que no se estaba defendiendo al presidente Zelaya, pero sí a una incipiente democracia, y que, los autores de ese golpe de Estado representaban sectores de la derecha nacional e internacional, fundamentalistas religiosos, grupos de poder económico nacionales y transnacionales que siempre han buscado aumentar sus riquezas a partir de la apropiación de los bienes públicos y de los territorios de las comunidades.

De esa resistencia de las feministas surge lo que se denominó Feministas en Resistencia que significó, por una parte, la articulación del movimiento de mujeres y las feministas con mujeres de los territorios rurales; y por otra, colocar en el debate derechos específicos de las mujeres como el derecho a decidir sobre sus cuerpos y el derecho a una vida libre de violencias. En las calles se empieza a escuchar la consigna “Ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres”, que rompe esa dicotomía entre lo privado y lo público. A partir del golpe de estado del 2009, hay una profundización extrema del modelo neoliberal, expresado, entre otros hechos, con la concesión de los territorios para proyectos extractivistas sin la consulta con las comunidades y frente a la resistencia y la organización de éstas, la represión selectiva a todo nivel inclusive el asesinato de las dirigencias; el asesinato de Bertha Cáceres es un ejemplo de ello.

 ¿Por qué este conversatorio?

Este año 2021, en noviembre, se realizarán elecciones generales, en un contexto marcado por la pandemia y el robo descarado del gobierno de los recursos supuestamente destinados para atender la misma; de impactos no superados por las tormentas Eta e Iota que devastaron miles de hogares en la zona norte; de incremento de la migración, que es engrosada cada vez más por mujeres con sus hijos e hijas, hombres, rumbo al norte; la profundización de la pobreza y el desempleo; las violencias contra las mujeres y la impunidad que prevalece en estas violencias; la entrega del territorio nacional a empresas nacionales y extranjeras que obtienen concesiones para explotar los territorios (bosques, aguas, minas, etc) de comunidades indígenas y rurales y que frente a la reacción de éstas, hacen uso de la represión directa, el asesinato, el secuestro, la desaparición, la criminalización y judicialización de las y los defensores; de la profundización de la entrega del territorio nacional, la administración y la soberanía con la imposición de las ZEDES (Zonas especiales de Desarrollo) y frente a las cuales las comunidades se están organizando pero se enfrentan al poder del gobierno que no parece ceder frente a las demandas de la ciudadanía.

El 14 de marzo recién pasado se celebraron las elecciones primarias para el partido Nacional, el partido Liberal y el partido LIBRE. Por la obligatoriedad de la ley, y por la lucha de las mujeres insertas en diversos partidos políticos, por primera vez los partidos se vieron obligados a incorporar a mujeres como candidatas para diputadas y cumplir con la cuota del 50% de mujeres como candidatas, y lo que se percibió en la mayoría de las planillas, es que las mujeres estaban ya como suplentes o a partir del segundo puesto y 80% de hombres encabezaban la nómina, según datos del Instituto Universitario de Democracia Paz y Seguridad, IUDPAS. Varias activistas feministas, de las mujeres, de la comunidad LGTBIQ+ y de organizaciones de DDHH, de alguna forma, lograron colocarse en las planillas para diputaciones especialmente o exclusivamente en el partido Libre, a nivel nacional, sin embargo, los resultados no son alentadores para las mujeres en general y para las feministas en particular.

La promoción del liderazgo y participación política de las mujeres es fundamental para fortalecer la democracia y la gobernabilidad[3], sin embargo, la gran mayoría de las mujeres se enfrentan a obstáculos a la hora de participar en la vida política. Para el movimiento de mujeres y feminista, las decisiones que se toman en los niveles comunitarios, locales, nacionales y globales deben considerar e incorporar sus opiniones y puntos de vista, pues solo así se fortalecen los principios de la democracia y se garantizan el pleno ejercicio y la exigibilidad de sus derechos.

Hay que reconocer que hay diferentes lecturas sobre la participación política de las mujeres. Algunos colectivos y activistas se colocan del lado de que la única forma de acceder al poder y lograr cambios a favor de las mujeres es desde las estructuras partidarias; mientras otras, apuestan a construir poderes desde lo comunitario, desde los colectivos de las mujeres y consideran que llegar a un puesto de toma de decisiones no por fuerza garantiza cambios en las condiciones de opresión y desigualdad bajo las cuales viven las mujeres y las comunidades.

Por lo que conocer y analizar lo que ha sido la participación política de las mujeres en el país, resulta de suma importancia, ya que, a partir de ello, se pueden encontrar claves importantes que contribuyan a dar respuesta a diversas preguntas que de alguna forma están presente en el imaginario social y especialmente de las mujeres organizadas. Es imposible que en un evento como el que nos proponemos se pueda dar respuesta a muchas interrogantes en relación a la participación política de las mujeres, sus desafíos y oportunidades. Sin embargo, desde este panorama se plantea un enfoque dinámico que permita aprovechar estos datos para hacer un ejercicio que nos permita dar pistas sobre algunas que todavía están en el tintero: ¿cuáles han sido los factores determinantes en la historia del país que han marcado la participación política de las mujeres?; ¿Son 200 años de supuesta vida democrática y son los partidos políticos los canales idóneos para la participación política de las mujeres? ¿Qué tipo de democracia queremos las mujeres? ¿Cómo garantizar la incorporación de las mujeres en las instancias de toma de decisiones y una vez ahí como se garantiza su compromiso con las luchas de las mujeres

Conversatorio “Mujeres, Poder y Política. ¿A qué tipo de democracia aspiramos?”

Fecha: 22 de septiembre 2021

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[1] Vease a Villars, Rina. “Para la casa más que para el mundo: Sufragismo y feminismo en la historia de Honduras”. Tegucigalpa, Honduras, 2001, p. 54

[2] Artículo 81.-El Estado a través de las instituciones respectivas tomará medidas eficaces para lograr una distribución equitativa de hombres y mujeres en los cargos de elección popular, acelerando el proceso encaminado a hacer efectivo el ejercicio de los derechos políticos de hombres y mujeres en igualdad de oportunidades. Para lograr la participación efectiva de la mujer, se establece una base de treinta por ciento (30%) en forma progresiva, hasta lograr la equidad entre hombres y mujeres, aplicable en lo relativo a los cargos de dirección de los partidos políticos, diputados propietarios y suplentes al Congreso Nacional, al Parlamento Centroamericano, Alcaldes y Alcaldesas, Vice-Alcaldes y Regidores en posición elegibles de conformidad con una escala basada en los resultados de tres elecciones precedentes. En aquellos departamentos donde la representación recaiga en un solo diputado o donde no se haya expresado voluntad y participación, no serán aplicables las presentes disposiciones. LIOM 2000

 

 

 

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