Cuando la vida se vive a medias, es difícil mantener la esperanza. Cuando las similitudes entre los militares, las iglesias, la muerte, los gobiernos, el crimen y el acecho parecen ahogar la vida como el profundo vapor del sol que arde en la cara al medio día o como el fuego que consume los bosques; se complican las palabras y es poco lo que se puede reflejar en el blanco y negro de estas hojas. ¿Cómo explicar en unas líneas lo que significa vivir en esta dictadura? ¿Cómo no llorar por los ríos? ¿Cómo no pensar en cada mujer que muere y en la familia que queda? ¿Cómo no sentir el miedo helado que traspasa la piel de las defensoras de DDHH? ¿Cómo no enojarse con la muerte ante su crueldad y constancia invadiendo la vida cada día? ¿Cómo no morir con cada árbol, mujer, rio, hombre, comunidad, adolescente ò transexual invadida, asesinada, muerta o violada?