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¡Las redes salvan!: Experiencia de la IM-Defensoras

  • JASS

Marusia López Cruz (JASS, IM-Defensoras)

Conferencia “Defendiendo a las Defensoras”

 de la Iniciativa de Mujeres Nobel. Abril de 2015.

 

La Iniciativa mesoamericana de Defensoras surgió por mujeres como Ana Karen López integrante de la Organización Tamaulipas Diversidad Vhida Trans. Esta defensora de derechos humanos de origen mexicano, es una mujer transgénero que vive con VIH y su organización trabaja para demandar el acceso a medicamentos y denunciar negligencias médicas en contra de personas con VIH. Su labor como defensora de derechos humanos se realiza en un entorno sumamente hostil marcado, no solo por las cuntinuas amenazas, sino por la discriminación y agresiones que sufren las personas trans por atreverse a tener una identidad sexual no reconocida socialmente.

Un día de 2011 un hombre llamó a su teléfono para decirle que si seguía molestando al gobierno la iban a secuestrar, a desaparecer y a lastimar a su familia. Ella sintió temor por ella y por su familia y no era para menos, Tamaulipas es una de las entidades que reporta más casos de personas desaparecidas en México. Como otros lugares del país, es también un lugar donde muchas veces las autoridades están involucradas en hechos delictivos como secuestros y asesinatos.

Ana Karen forma parte de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos de México, una de las 4 redes de defensoras que integran la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras. Por ello, una de las primeras cosas que hizo después de recibir la amenaza fue ponerse en contacto con esta Red. Desde la red se la apoyó para trasladarse a un lugar seguro y tener unos días para descansar y pensar los próximos pasos. También desde la red se denunció publicamente y ante las autoridades las agresiones que ella y su organización estaban enfrentando. Sin embargo una de las cosas que ella más valoró fueron los mensajes de respaldo que recibió, la respuesta rápida y comprometida a su llamado de apoyo y el hecho mismo de pertener a un espacio que la reconocía y valoraba sin discrminación.

La Iniciativa Mesoamericana inició en 2010 no porque no hubiera estrategias y recursos para la protección de personas defensoras en México y Centroamérica, sino porque no había una articulación en esta región que trabajara específicamente para atender las necesidades de protección de las defensoras de derechos humanos desde un enfoque feminista. Sumando la experiencia y estrategias de seis organizaciones (UDEFEGUA, AWID, JASS, La Colectiva Feminista, el Fondo Centroamericano de Mujeres y Consorcio Oaxaca), decidimos construir una alianza centrada en la protección de defensoras que tuviera como eje la construcción de redes de protección entre y para mujeres defensoras.

¿Por qué enfocarnos en la construcción de redes de protección para defensoras? Las redes entre mujeres han sido una herramienta histórica del feminismo para que las mujeres contemos con espacios de confianza en donde podamos hablar de nuestros miedos y aspiraciones, en donde nos miremos en la experiencia de las otras y reconozcamos tanto la violencia que enfrentamos por ser mujeres como las fortalezas y derechos que tenemos. Espacios que han sido semilleros de acciones, estrategias y organizaciones que han trabajado para superar la desigualdad.

Muchas defensoras de derechos humanos no tienen redes de apoyo para enfrentar situaciones de riesgo. Son cuestionadas por sus familias, juzgadas por sus comunidades o tienen poco reconocimiento y poder en sus organizaciones. Las redes de protección entre defensoras proveen el soporte, acompañamiento y cuidado necesario en momentos de riesgo o agresión, que muchas veces las defensoras no tenemos en nuestros espacios cercanos.

Al tener un enfoque feminista, estas redes parten de que la protección no solo consiste en medidas de seguridad duras como escoltas o cámaras de seguridad,  sino que se requiere de una mirada integral que incluya medidas de atención y prevención de la discriminación que vivimos por ser mujeres. La protección desde una mirada feminista implica que nos reconozcamos como defensoras de derechos humanos y valoremos nuestro aporte personal y colectivo, que cuestionemos y erradiquemos las prácticas machistas en los movimientos sociales; que se distribuya equitativamente el trabajo doméstico en nuestras familias; que dejemos de sacrificarnos por nuestras comunidades y por la causa a costa de nuestra salud y bienestar y que ejerzamos en nuestras propias vidas los derechos por lo que estamos luchando.

Es por ello que la IM-Defensoras facilitó la formación de redes o articulaciones nacionales de defensoras en Honduras, Guatemala, México, Nicaragua y El Salvador, que integran en su conjunto a más de 600 mujeres de muy diversa procedencia: líderes indígenas defendiendo su territorio, hijas de desaparecidos políticos que exigen justicia, feministas que trabajan por la despenalización del aborto, entre muchas otras.

Cada una de estas redes tiene un pequeño equipo que coordina la comunicación y las alertes urgentes, apoya la atención de casos de defensoras en riesgo, asesora y fortalece capacidades para el autocuidado y documenta casos y situaciones de violencia. Como soporte a estas redes hemos creado estrategias regionales para activar la solidaridad internacional, dar refugio y espacios de autocuidado, promover estándares internacionales de protección a las defensoras desde un enfoque de género y documentar de manera sistemática las agresiones que enfrentan a través de un registro regional.

Se trata de una experiencia muy reciente y a penas en construcción, que aprende todo el tiempo de otras iniciativas y organizaciones tanto a nivel local como internacional. Todavía nos queda un camino largo para consolidar estas articulaciones y los retos no son pocos.

Uno de ellos es el fortalecimiento de los equipos de trabajo de cada red para que cuenten con capacidades, protocolos y recursos básicos para actuar de forma más oportuna y articulada cada vez que una compañera es amenazada o requiere algún tipo de protección. Un equipo que aproveche y movilice los diversos recursos y experiencias que las diferentes integrantes de las redes tienen.

Otro de los desafíos es cómo estas redes de protección entre defensoras aprovechan y utilizan los mecanismos oficiales de protección. En muchas de las redes hay un debate sobre si usar o no estos mecanismos, sobre si trabajar o no con las autoridades en situaciones de riesgo. Es cierto que en todos los países de la región estos mecanismos tienen serias deficiencias y que son las autoridades las que están detrás de la mayoría de los ataques. Sin embargo debemos construir estrategias para que los gobiernos asuman su obligación de proteger a las personas que trabajan por los derechos humanos.

También está el reto de que esta extraordinaria fuerza de mujeres y organizaciones tan diversa pueda trabajar no solo para enfrentar las situaciones de riesgo inminente, sino también para que las organizaciones y las defensoras tengan mejores condiciones y recursos para realizar su trabajo, para que se refuercen acciones que eviten la enorme impunidad en los casos de agresiones contra defensoras o para construir redes más fuertes de seguridad y solidaridad a nivel comunitario y familiar que les permitan a las defensoras seguir con sus proyectos y organizaciones.

Finalmente tenemos el desafío de asimilar que, en un contexto de exacerbada discriminación, violencia y violaciones a los derechos de las mujeres, cuidarnos y protegernos entre nosotras es un acto político urgente y necesario, una condición para que nuestros movimientos perduren y para que podamos seguir trabajando por la paz, la justicia y la igualdad.

 

 

 
 
 
 
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