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La educación popular feminista es un esfuerzo emancipador

  • JASS

Una entrevista con Ronald Wesso

Mariela Arce y Manuela Arancibia se conectaron con Ronald Wesso para conversar sobre su experiencia y comprensión de la Educación Popular Feminista (EPF) en el Sur de África. El objetivo de esta conversación fue recolectar insumos para la próxima Guía Metodológica de EPF de JASS. Durante la plática, Ronald compartió su viaje personal en la EPF, brindó contexto histórico y un panorama actual de la EPF en la región, y arrojó luces sobre la evolución de la EPF como una herramienta política y pedagógica para la transformación.

* Mariela Arce es asesora de larga data de JASS Mesoamérica y educadora popular feminista en las escuelas de liderazgo de Alquimia Feminista en la región.

* Manuela Arancibia es coordinadora de educación popular feminista en JASS.

* Ronald Wesso es un educador popular de Sudáfrica que apoya la generación de conocimientos en JASS, incluyendo herramientas y metodologías que fortalecen a las activistas y sus esfuerzos organizativos.

Extendemos un agradecimiento especial a Kay Stubbs por traducir esta entrevista.
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Mariela: Cuéntanos un poco de tu historia ¿Cómo llegaste a la educación popular?

Ronald: Mi primera experiencia en educación popular fue cuando era estudiante de preparatoria y tenía alrededor de 16 años, en la década de 1980. Lo importante en esta década era que el apartheid tenía todavía mucha fuerza en Sudáfrica. Sin embargo, al mismo tiempo, había un sentido claro de que el sistema estaba siendo confrontado y de que esto no se detendría hasta que el sistema fuera derrocado. Como estudiantes de preparatoria nos involucramos en esa lucha. Participamos en boicots, nos enfrentamos a la policía en las calles, asistimos a reuniones y aprendimos sobre política.

Lo interesante acerca de mi experiencia en la educación popular es que las personas que la dirigían en esa época también eran mis maestros y maestras. Por eso es que para mí hubo una distinción muy clara entre ambas desde el principio. Una parte de la educación ocurría en el aula, donde maestros y maestras vestían ropa formal y daban clases de matemáticas, inglés y geografía, por ejemplo. Y les decíamos profesor y profesora, etcétera.

Pero luego nos invitaban a reuniones y espacios a los que llamaban la Sociedad de Historia o el Foro de Estudiantes, e incluso el Club de Senderismo, ya que el entorno era muy represivo. En esas reuniones discutíamos sobre política y las luchas diarias. Y de repente estaban vestidos con camiseta y jeans, y les llamábamos por sus nombres o les decíamos compañero o compañera, pero aun así con nombre, por ejemplo, compañera Mariela.

Se hizo evidente para mí que la educación popular era muy diferente de la educación que ofrecía el sistema porque, en el proceso, me quedó claro que la educación popular en realidad existe en oposición a ese sistema. Cuando trabajas en educación popular, de hecho estás resistiendo activamente la educación que el sistema intenta imponerte, porque tu fin es derrocar el sistema. Desde ese entonces he sido activista.

Mariela: ¿Te identificas como educador popular o como educador popular feminista?

Ronald: Al terminar mis estudios en enfermería, me convertí en enfermero y activista sindical, y más adelante, comencé a trabajar para ONG enfocadas específicamente en la educación popular.

Lo interesante de mi experiencia como educador popular hasta ese momento es que a pesar de que apoyábamos la liberación de las mujeres, ese no era el tema central que nos unía. Estábamos luchando contra el apartheid y el capitalismo, y creíamos que estas luchas incluían a las mujeres, pero no se trataban de las mujeres propiamente, y que su liberación llegaría como parte de la lucha general. Así que uno se veía como progresista, como alguien que apoyaba la liberación de las mujeres, pero no se consideraba feminista porque el punto de partida no era la liberación de las mujeres, era la liberación de las personas trabajadoras y de las personas negras.

Para mí, ese cambio llegó en una época específica cuando empecé a trabajar de cerca con compañeras y grupos feministas como parte de la organización de comunidades en contra de la privatización neoliberal y la subcontratación de personal de limpieza. A partir de esas luchas y esa experiencia empecé a entender, primero, que la liberación de las mujeres no va a suceder automáticamente. Si dices, luchemos por la liberación de las personas trabajadoras o de las personas negras en contra del capitalismo, es necesario que haya una lucha específica por la liberación de las mujeres, que es la razón por la cual el feminismo es importante. Segundo, sin esa lucha, las demás no son posibles. De ahí que la lucha por la liberación de las mujeres y para derrocar el patriarcado no sea un agregado, sino que en realidad constituye la lucha principal. Eso cambió radicalmente mi perspectiva y cómo entiendo la educación popular.

Entonces, soy un educador popular que puede compartir sus conocimientos acerca de muchas otras cosas, pero no soy un educador feminista. Soy feminista en mi política, pero el feminismo lo estoy aprendiendo de las mujeres. Cuando trabajo con compañeras como ustedes, no estoy presente como un educador popular feminista en el sentido de que estoy allí para enseñar feminismo. Estoy allí como educador popular, pero trabajamos desde un marco de educación popular feminista.

Mariela: La diferenciación que haces es muy importante. Profundicemos ¿En qué se diferencia la educación popular de la educación popular feminista desde tu experiencia?

Ronald: Para mí, el punto de partida es la naturaleza del patriarcado. El patriarcado es tan poderoso y está tan integrado en todo lo que hacemos que, si no adoptamos una posición feminista para resistirlo y derrocarlo, se convierte en la posición predeterminada. Si piensas en la educación popular, es un proyecto liberador y progresista. Si piensas en las personas que se unen como trabajadoras que luchan contra una corporación capitalista o comunidades que enfrentan gobiernos represivos o nuevos gobiernos liberales, eso es una cosa progresista. Pero si en esa lucha no incluyes derrocar el patriarcado en tu punto de partida, te encontrarás con que el sistema es tan poderoso que en esa lucha habrá prácticas y relaciones, comportamientos y personas patriarcales. Por esto, la educación popular feminista en realidad trata de que el punto de partida sea derrocar el patriarcado, y de esto se deriva toda una gama de cosas, porque te obliga a pensar de una manera distinta acerca de casi todo. Y todo eso tiene ahora que verse desde la perspectiva de oponerse a las normas, instituciones, prácticas patriarcales. Esa es para mi la diferencia entre la educación popular feminista y la educación popular. Las dos son progresistas, pero la educación popular feminista tiene que ver con que la liberación de las mujeres del patriarcado sea el punto de partida.

Manuela: ¿Cómo se desarrollaron la educación popular y la educación popular feminista en el Sur de África?

Ronald: Aunque no podemos hacer generalizaciones, hay hilos en común en torno a cómo se desarrollaron la educación popular y la educación popular feminista en la región.

Creo que el punto de partida para comprender la región debe incluir siempre cómo funcionó el colonialismo en la manera como conquistó y se estableció aquí. Después de la derrota militar de los pueblos indígenas, los colonizadores establecieron un sistema de supremacía blanca y formas extremas de racismo, que se incorporó al tejido de las sociedades recién establecidas. El agente político clave de esta institucionalización racista y supremacista era el Estado nación. Sin embargo, este Estado nación también creó la plataforma para protestar contra el sistema, de manera que los movimientos que surgieron en oposición también se organizaban fundamentados en el Estado nación – haciéndolos movimientos nacionalistas.

El Congreso Nacional Africano (ANC por sus siglas en inglés), que ahora gobierna Sudáfrica, es el más antiguo y fue fundado en 1912, cinco años antes de la Revolución rusa. La Revolución rusa provocó una lucha geopolítica a escala mundial conocida como la Guerra Fría, y la tendencia entre estos movimientos era alinearse con la Unión Soviética. Es muy importante entender la naturaleza de estos movimientos, porque no solo se alineaban a la Unión Soviética, sino que imitaban el modelo del partido gobernante, el Partido Comunista de la Unión Soviética. Así que tenían una combinación de marxismo y nacionalismo como ideología, la cual también se combinaba con una ideología y una práctica política muy autoritaria. Consideraban el partido y el liderazgo partidario como la encarnación de la nación, y la autoridad a la que todos los demás debían someterse. Todos estos movimientos se fortalecieron a partir de 1912, después de la Revolución rusa y a lo largo de las décadas de 1930 y 1940. En la década de 1970, incluso en la de 1980, algunos empezaron a tomar el poder en sus países, y aunque los regímenes que se establecieron no eran una copia exacta del modelo soviético, la práctica partidaria sí lo era.

Ahora ¿por qué esto es importante? Estos movimientos veían la educación popular como una amenaza porque la educación popular tiene una interpretación muy particular del poder y la autoridad. Mientras que el movimiento veía el partido y su liderazgo como poseedores del poder y la autoridad, la educación popular veía a las comunidades y a la población local como los agentes básicos de liberación y autoridad a la que las personas activistas debían responder. Puedes comprender de inmediato que había un conflicto en torno a esto. Pero la educación popular se fortaleció en un momento en el que estos movimientos eran débiles en Sudáfrica, así que no podían simplemente suprimir el movimiento de educación popular.

Entonces ¿qué hicieron? Intentaron apropiarse de ésta diciendo “estamos a favor de la educación popular” pero, en realidad, por la manera en que practicaban la educación popular, cambiaron la comprensión de poder y autoridad para que estuvieran acorde con lo que deseaban estos movimientos de liberación. Desde la década de 1970 esto se convirtió en una lucha interna en el movimiento de educación popular: ¿Nos apegamos a los principios originales de la educación popular, sobre todo en cómo entendemos que el poder y la autoridad están arraigados en las personas y sus comunidades y organizaciones locales? ¿O lo que llamamos educación popular es en realidad más parecida a lo que llamamos educación política, en la que se educa a las personas en una línea política que proviene desde las cúpulas de estos movimientos? Ese conflicto se peleó durante las décadas de 1970 y 1980. Y cuando llegó la educación popular feminista, se pueden imaginar cómo escaló el conflicto, porque la educación popular feminista sostenía que el partido no era el único propietario del poder y la autoridad, y que tampoco lo eran las comunidades locales, sino que las mujeres también lo eran; las mujeres en sus comunidades locales, en sus hogares, o solo ocupadas en sus quehaceres.

Esta fue una batalla histórica en la región. Y continúa, pero no se expresa de manera sencilla como educadores populares contra educadores partidarios. Muchas veces es una lucha interna, porque lo que hicieron estos movimientos fue infiltrar el movimiento de educación popular y luego imponer su pensamiento y sus métodos de trabajo en el movimiento, de manera que en la región debes tener mucho cuidado cuando las personas hablan de educación popular. Debes preguntarles de qué tipo de educación popular hablan y específicamente quién está en control de esta educación popular ¿Es el liderazgo central del sindicato, del partido, de la ONG o del movimiento? ¿O son las y los propios participantes quienes controlan esta educación? Y la respuesta te dirá cuál es su posición respecto de esta división. Pueden adivinar de qué lado estoy en esta lucha. Sin embargo, mi lado está perdiendo. Pero la lucha continúa y no nos rendimos.

Manuela: ¿Cuáles son los riesgos que enfrentamos por este trabajo y cuáles son algunos de los retos?

Ronald: Pienso que, con cualquier proyecto revolucionario, en términos generales, te arriesgas a sufrir cooptación o represión, porque esa es la estrategia que el sistema utiliza para debilitar cualquier oposición de la gente, de las y los oprimidos. Y la manera en que se expresa en la educación popular es exactamente esa. Hay una aceptación de la educación popular, incluso del nombre, los símbolos y el lenguaje. Pero en esa aceptación se pierde y debilita el contenido. Y esto se desarrolla de maneras muy concretas. Como me preguntaste acerca de mi experiencia, he sido afortunado de haber tenido experiencia en una amplia gama de contextos.

Un importante nodo de la base del movimiento de educación popular en la región del Sur de África ha sido el de los sindicatos. Y la manera en que se desarrolló allí es que los sindicatos adoptaron la educación popular porque ésta ayudaba a los trabajadores a movilizarse, a llegar de algún modo a una psicología colectiva de resistencia que permitió el crecimiento de los sindicatos, lo que sucedió de un modo espectacular en la década de 1970. Pero ese mismo crecimiento de los sindicatos creó una plataforma de poder para las cúpulas. Todos sabían hasta cierto punto que la educación popular desempeñó un papel clave en construir el movimiento sindical hasta convertirlo en el movimiento fuerte que era a finales de las décadas de 1970 y 1980. Así que no podían decir públicamente “gracias por sus servicios, pero ahora queremos el poder para nosotros, así que no más educación popular”. No podían hacer eso porque la gente tenía mucho respeto y amor por la educación popular. Así que dijeron “nosotros en el sindicato vamos a utilizar la educación popular, a nombrar educadores y a pagarles un salario”. Pero el contenido de esa educación y sus resultados ya no estaban bajo el control de los trabajadores que participaban en esa educación. Estaban controlados por los líderes sindicales porque ellos pagaban el salario de los educadores y los educadores debían rendirles cuentas. Aunque todavía se le llamaba educación popular, la dinámica de poder había cambiado en lo fundamental, en el sentido de que la agencia y el control de esa educación no estaba ya en manos de quienes participaban, es decir, los trabajadores.

Las iglesias eran también instituciones importantes en Sudáfrica como base para el movimiento de educación popular. La Iglesia católica era una de las principales, pero también las iglesias protestantes que se basaban en la teología de la liberación que surgía del movimiento de derechos civiles en América. Así que las iglesias también formaron una base importante. Y lo mismo sucedió, la burocracia y la cúpula de poder de la iglesia aumentaron su control para utilizar las organizaciones y los movimientos creados a través de la educación popular como base para su propio poder. Y al hacerlo así, se apropiaron de la educación popular y cambiaron su constitución.

Así que ahora tenemos en la región muchos programas oficiales de educación popular, pero en realidad no son fieles a los verdaderos principios de la educación popular, han sido cooptados. Quienes se mantienen fieles, quienes educan en estrecha proximidad, cooperación, y en apoyo a las comunidades en lucha, corren el riesgo de ser reprimidos y reprimidas, el riesgo de perder sus trabajos y, especialmente si son mujeres, de ser objeto de insultos y campañas de desprestigio, de amenazas, violencia y asesinatos. Saben esto mejor que yo, así que no entraré en detalles.

Mariela: Es un reto para nosotras acá ser conscientes de que las problemáticas que enfrentamos las mujeres no están aisladas, sino que están interconectadas con las problemáticas que se enfrentan en todo el país. De tal manera que las problemáticas nacionales también son problemáticas de las mujeres ¿Cómo ves tú ese vínculo en la parte política de la educación popular feminista?

Ronald: Pienso que es una cuestión táctica. Para mí, en principio la cuestión está clara, que las luchas son interseccionales porque el sistema es un sistema total que nos oprime a todos y todas de distintas formas y también de modos similares. Pero la manera en que las feministas se organizan y utilizan la educación popular no solo trata de eso. Las feministas deberían trabajar interseccionalmente y estar a la cabeza de movimientos más amplios. Ya sea que se traten cuestiones de interés para trabajadores y trabajadoras, comunidades, o temas relacionados con el medioambiente, las feministas deberían estar allí y dirigir eso.

Pero esto no depende solo de las feministas, también depende de las actitudes y respuestas de otros activistas. Y si esas actitudes y respuestas son extremadamente patriarcales, hasta tal punto que las feministas solo pueden estar allí si no hablan sobre el feminismo y las luchas de las mujeres, entonces se vuelve muy difícil, casi imposible, que las feministas integren la educación popular feminista y su organización de una manera interseccional con otros movimientos. En esas condiciones se vuelve importante mantener vivas las ideas feministas, mantener viva la organización feminista, mantener viva la educación popular feminista al organizar a las mujeres y centrarse en ellas, y crear espacios y organizaciones sólidas de mujeres, y utilizar eso como una plataforma para vincularse con otros movimientos. Y esa participación puede abrir espacios para trabajar de una manera más unida e integrada.

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