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Activistas Trazan Estrategias para Resistir los Contragolpes en Zimbabwe

  • JASS

Las activistas no suelen dar prioridad a la identificación de los riesgos enfrentados por ellas o por sus organizaciones. Sin embargo, cuando la promoción de derechos humanos y la resistencia a la represión se tornan cada vez más peligrosas, el enfoque Corazón-Mente-Cuerpo (CMC) de JASS permite que las mujeres desarrollen un análisis y una comprensión crítico de los riesgos que confrontan. Al abordar un conjunto innovador de procesos, las mujeres llegan a comprender la importancia de expresar sus opiniones y de su activismo, así como también por qué su trabajo en pro de la justicia es percibido como amenaza. Profundizan su comprensión de las dinámicas de poder únicas que existen en cada momento político y de cómo éstas producen un impacto en sus cuerpos, en su seguridad y en su bienestar.

“Nunca había pensado seriamente en mi seguridad porque sentía que yo no representaba una amenaza de seguridad para el sistema sociopolítico,” comentó Winnet Shamuyarira, activista zimbabwense e integrante de Katswe Sistahood.

Pero luego, en un taller de JASS hicimos la dinámica La Casa del Amo (en ingles, the Master’s House) y me di cuenta cómo el trabajo que realizamos — cuestionando la desigualdad y la discriminación, rompiendo con el estigma y los tabús relacionados con el sexo y la sexualidad — trastoca el orden social y a menudo provoca los contragolpes.” – Winnet Shamuyarira

Herramientas Innovadoras para Seguridad y Bienestar

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Winnet conoció la metodología de la Casa del Amo en un taller sobre Corazón-Mente-Cuerpo dirigido a facilitadoras que, durante dos días (21-22 de mayo de 2013), llevaron a cabo Musasa y JASS Sur de África en Harare. La capacitación reunió a diez activistas-facilitadoras zimbabwenses que durante los últimos tres años participaron en varios procesos de JASS. Estas mujeres innovadoras constituirán los pilares de la Iniciativa Corazón-Mente-Cuerpo de JASS Sur de África en sus propias organizaciones. Musasa (grupo nacional de largo aliento centrado en responder a la violencia contra las mujeres), y Katswe Sistahood (grupo de jóvenes feministas), encabezarán los esfuerzos para fortalecer el bienestar y la seguridad de sus bases rurales y urbanas. En este sentido, difundirán metodologías sencillas destinadas al autocuidado, que funcionan para sanar el cuerpo, el corazón y la mente. Las mismas involucran desde ejercicios de respiración y de estiramiento para reducir el estrés y la tensión, hasta el fortalecimiento de redes y de sistemas de alerta orientados a la autodefensa y a la protección.

Durante dos días, las participantes analizaron las razones por las cuales en Zimbabwe es necesario el trabajo de seguridad. En este país, las mujeres enfrentan la violencia en varios ámbitos, ya sea que se trate de una detención basada en motivos como “holgazanear” o prostitución, destinada a controlar la apariencia o la movilidad de las mujeres, o bien de la violencia gubernamental ejercida contra activistas lesbianas, bisexuales y transexuales o contra organizadoras en pro de los derechos de las mujeres. En conjunto, las mujeres construyeron un análisis acerca de su contexto, explorando las formas en que el patriarcado controla sus cuerpos ejerciendo la violencia para fines económicos, políticos y socioculturales.

Un aspecto clave del diálogo consistió en comprender cómo el sistema limita la autonomía corporal —concepto nuevo para muchas, que significa el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos — estableciendo restricciones al acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, como los anticonceptivos y los abortos seguros. Si bien por un lado, ello es consecuencia de la falta de servicios, por otro lado, surge de las “reglas” sociales vinculadas a las tradiciones religiosas y culturales, que nos enseñan en el hogar, en la escuela y en la iglesia. Una participante señaló: “Los cuerpos de las mujeres no nos pertenecen, la sociedad decide qué somos, qué podemos ser… hasta qué vestimos.” El mapeo de cuerpos dio lugar a que las participantes compartieran sus historias íntimas en torno a cómo el difícil contexto deja huellas en sus cuerpos, haciendo explícito el vínculo entre lo personal y lo político. En un ejercicio llamado el mercado corazón-mente-cuerpo de las facilitadoras, cada una de las mujeres compartió los métodos CMC que han resultado eficaces sobre el terreno, por ejemplo, canciones o bailes que contribuyen a fortalecer la solidaridad, o escribir en diarios personales, lo cual fomenta la reflexión y nutre la elaboración de estrategias a futuro — tácticas, todas, que ayudan a frenar las divisiones provocadas por “la Casa del Amo” y la inseguridad muy real que experimentan las activistas en sus organizaciones y en sus vidas cotidianas.

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En el contexto de las elecciones nacionales que se realizarán este año en Zimbabwe, las activistas están reelaborando estrategias que mitiguen la violencia, como aquella que se vio asociada a varias elecciones anteriores. Sin duda, las activistas zimbabwenses tendrán bastante trabajo en su esfuerzo por buscar solidaridad en el contexto de un movimiento feminista fragmentado y de un sector de la sociedad civil desmovilizado. A medida que se acerquen las elecciones, estarán elaborando protocolos de seguridad y realizando valoraciones de riesgo a profundidad para comprender los peligros y el potencial de violencia a que se enfrentan. Al mismo tiempo, intercambiarán importantes instrumentos destinados a la sobrevivencia y compartirán prácticas de CMC orientadas a impulsar la organización.

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